El
otro día nos compartió un sacerdote en la homilía una idea que quiero
compartirte. Hizo alusión al sol y a cómo nos ofrece su luz y su calor sin ni
siquiera pedírselo, tan solo necesitamos ponernos delante para sentir sus
efectos. Un ofrecimiento totalmente desinteresado y gratuito, como tantas otras
cosas que se nos ofrecen en la vida y de las que ni somos conscientes.
El sacerdote nos invitaba a cuestionarnos sobre esta realidad: “Si eso hace el sol ¿Qué hará Dios cuando nos ponemos delante de Él?”. Y ahí dejé de seguir la homilía… necesito poco para distraerme y que mi imaginación comience a volar. Me encantó la reflexión. Me acordé de una muy buena amiga religiosa que siempre habla de la importancia de “ponerse a tiro”. Y pensé en los efectos tan grandes que tiene en nosotros el hecho de buscarle, de estar en su Presencia. Y entonces me dije y me pregunté: “Si con tan solo disponernos recibimos tantas gracias, ¿De cuántas más saldremos beneficiados cada vez que comulgamos?, ¿Qué no hará el Señor cada vez que, reconociendo nuestra pequeñez y miseria, le abrimos la puerta de nuestro corazón para que habite en Él?
Lo
dejo ahí para que tú también te interrogues.
Gracias por que siempre todo es nuevo. Cada día que pasa.
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