Hay una realidad que no podemos obviar: Somos
seres finitos, vulnerables, heridos.
Hay que ser valiente para ponerse de frente y
reconocerse en quienes son dependientes, necesitados, frágiles.
Desgraciadamente el sistema capitalista tiene poco de humano. Nos invita a
mirar a otro lado, a evitar esas situaciones que hablan de nuestra limitación y
pequeñez. Es más sencillo manejar a robots porque no piensan y son fácilmente
manipulables, tan solo es preciso dar al botón del spot publicitario y comienzan
todos la carrera por el tener, el ser más que, el conseguir…
Tarde o temprano llega el día en que te encuentras
con el dolor y el sufrimiento, en los otros o en tu propia vida y ya no se le
puede dar largas. ¿Qué hacer entonces con eso?. ¿Te hundes?. ¿Te enojas con la
vida o con “dios”?. ¿Buscas desesperadamente soluciones que te alejen cuanto
antes de eso que estás sintiendo?. ¿Niegas lo que es?. ¿Huyes?.¿Buscas
culpables?...
No esperemos a que la vida nos sorprenda. Podemos acercarnos a nuestra verdad a través del encuentro con la humanidad de los otros, a lo más vulnerable y frágil de los otros. Esto está al alcance de todos. Y podemos hacerlo de varias maneras:
- El salvador cree que es imprescindible y que cuenta con las herramientas para aliviar o ayudar al otro impidiendo muchas veces su propio crecimiento, y ofreciéndole lo que quizás no le sirve. Su posición es de superioridad y, aunque tiene buenas intenciones, no deja de ver al otro como “el pobrecito”.
- Hay quien tiene la teoría muy aprendida, también sus propios patrones e ideas, y llega imponiendo sus formas, sus tiempos. No respeta a la persona, sus ritmos. No entiende la realidad que vive y tampoco lo pretende. Se desquicia y trata de ejercer su autoridad para que respondan a sus deseos mediante gritos, comentarios despectivos, e incluso fuerza física.
Ninguna de estas maneras ayuda al que sufre ni al
que se acerca. El otro es tan solo “otro”, alguien inferior. Su realidad no
interpela, no refleja nada de la propia verdad.
El excluido, el dependiente, el abandonado, el
marginado, el enfermo… nos
habla de nuestra propia vulnerabilidad, fragilidad, finitud. Acercarnos,
abrazar todo eso, es acoger también nuestra condición débil. No caben entonces
posturas autoritarias ni salvadoras para que la relación de ayuda sea efectiva.
Es preciso descubrirse en el otro, verse en el otro como si de un espejo se
tratase y en consecuencia tratarle como nos gustaría ser tratados. Encontrarnos
con lo corporal pero también con lo que hay de misterio y de divino en cada
uno. Se nos ofrece la posibilidad de trascender esa realidad limitada, herida,
frágil, sufriente... porque no somos solo cuerpo físico, porque estamos
habitados por una realidad mayor.
Es increíble cómo en estos cuerpos frágiles puede
encarnarse y habitar un amor tan grande pero así es, así lo quiere. Desde esta
verdad podemos encontrarnos. Desde ahí no hay diferencias. Desde ahí aprendemos
a relacionarnos, a entendernos, a tratarnos.
Excelente para reflexionar y evaluar nuestras actitudes y comportamientos hacia los demas.
ResponderEliminarPrecioso para recapacitar y ayudar a los más vulnerables sin buscar mucho pues seguro que están cerca de nosotros
ResponderEliminarGracias
ResponderEliminarMuy bien
ResponderEliminarHermoso Gloria. Gracias por iluminar
ResponderEliminarUn rayo de luz
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