Desde ayer se nos recuerda el estar atentos, el no
perder la capacidad de asombro, y es que "nos acostumbramos” a lo que
tenemos, lo sentimos como un derecho o como nuestro, lo consideramos como algo
que nos pertenece, y se nos olvida lo que tiene de don inmerecido, y el amor
que hay escondido en todo eso que hay de bueno en nuestro haber.
Escuchaba hace un rato que el Papa Emérito Benedicto
XVI dijo una vez que tendríamos que ayunar de comulgar para que lo valoráramos
más. Ni él podía llegar a imaginar que sus palabras se cumplirían un día al
enfrentarnos a la dura realidad de una pandemia que vino sin avisar a nuestro
mundo. Cuando algo que se vive como algo cotidiano y “normal” te falta, no hay
duda de que caes en la cuenta de lo que significaba para tu vida.
Son muchas las razones por las que dar gracias cada día: un trabajo, la salud, la memoria, cualidades, personas (familiares y amigos), una casa, una oportunidad de crecer, un encuentro, una llamada, una buena noticia, el descanso, la comida… la fe, el perdón, el amor… Tristemente, y como decía al principio, “nos acostumbramos” y caemos en la cuenta de su valor cuando nos faltan. Tal vez algo de eso podamos volver a recuperarlo pero otras cosas, con las que creíamos contar, se irán de nuestra vida para siempre.
Escribo esto justo ahora que me falta algo que me ha
impedido hoy hacer cosas que para mí son importantes. Precisamente por eso,
quizás por esto. No quiero caer en el fatalismo quedándome en lo negativo o
quejándome sino ver lo positivo de esta experiencia, el amor del Señor, el que
me ha servido para reflexionar y escribir, el caer en la cuenta una vez más de
lo bendecida que soy y la invitación a cultivar la actitud de agradecimiento.
Todo momento es bueno para comenzar a agradecer. Quizás
ya hayamos perdido o dejado ir ciertas realidades pero hoy nos quedan otras muchas
por las que dar gracias, y mañana surgirán otras nuevas por las que también dar
gracias. Ojalá tengamos la capacidad de abrir los ojos y la lucidez para estar
atentos y valorar cada pequeño regalo envuelto de amor que se nos ofrece. Y
volvamos a vivir, y a contagiar la alegría que brota de un corazón agradecido y
amado. Porque aunque todo nos faltara, siempre nos quedará el amor de quien
habita en nuestro interior y cuida de nosotros.
No nos anclemos en el pasado, en lo que fue y ya no
está, si no es para agradecerlo y dejarlo ir. Abramos los ojos a lo que es y
vendrá y agradezcamos todo lo bueno que tenemos y llegará a nuestras vidas
compartiéndolo con los demás.
Que bonitas palabras y que Bonita reflexion¡¡¡
ResponderEliminarEs de bien nacidos ser agradecidos.
ResponderEliminarEstar despiertos para entender, que no de todo lo que tenemos o gozamos, es por merecerlo. No acostumbrarnos a ello, como si fuera, un derecho. Dar gracias a Dios por ello.
ResponderEliminarGracias Dios por la vida de Gloria gracias Gloria por tu amistad. Tkm.
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