Jesús dijo: “El que
quiera seguirme que tome su cruz y me siga”. A veces hacemos referencias a
nuestras cruces cuando nos sobreviene una enfermedad, un ser querido fallece…
pero ¿es a este tipo de acontecimientos a los que llamaba Jesús cruces?
La cruz a la que hace
referencia Jesús es a todo lo que se expone un seguidor suyo: críticas,
inseguridad, no tener un lugar donde reclinar la cabeza, incomprensión,
impotencia frente a las injusticias, infravaloración, problemas en la relación
con los propios hermanos/as de comunidad, renuncias derivadas de la fidelidad a
continuar su camino…
Seguir a Jesús es no
aferrarse ni apegarse a nada ni a nadie porque hoy estamos aquí ¿y mañana?...
hoy nos acompañan determinadas personas ¿y mañana?... hoy es ésta nuestra
misión ¿y mañana?
Seguir a Jesús es
viajar ligero de equipaje pero a la vez con los brazos abiertos para recibir lo
que nos podemos ir encontrando en la vida
Seguir a Jesús es
lanzarse al abismo sin paracaídas con la confianza de que Él nos sostendrá en
sus brazos.
No es fácil que en un
tiempo como el nuestro haya muchos locos que tomen esta opción de vida, no es
de extrañar que las vocaciones vayan disminuyendo… Frente a las seguridades y
comodidades que nos ofrece el mundo ¿quién va a querer seguir a un Jesús que
nos dice que lo dejemos todo? Por mucho que nos prometa que recibiremos el
ciento por uno, nos puede pasar como a Tomás, si no lo vemos no lo creemos. Si
a esto le unimos los contratiempos que se van a presentar, las renuncias que
vamos a tener que hacer en cuanto a cosas, personas y familia, la inseguridad a
la que vamos a quedar expuestos, las humillaciones que vamos a soportar… la
historia se complica más
Pero Jesús fue claro…
en su mensaje y en sus invitaciones al seguimiento no engaña a nadie… el habla
del desprendimiento, de la puerta estrecha, de la cruz, de la incertidumbre
respecto al futuro, de las tentaciones, de los peligros…
Ciertamente con estas
condiciones está claro que no todos pueden sentirse llamados y menos aún tener
el valor de dar el paso y lanzarse. Realmente es un don y una gracia de Dios.
Ojalá, si tú te has sentido invitad@ y llamad@ por Él, tengas la fe, la
esperanza y la confianza de que estás en sus manos, te sostiene, te ama infinitamente
y siempre será así. Ánimo… son muchos los que todavía le siguen… no puede haber
tanta gente equivocada. Que su testimonio nos impulse a seguir creyendo y
caminando optando cada día por todo lo que nos acerque más y más al Dios de
Jesús
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