Los/as niños/as en
tiempos de Jesús no tenían importancia social ni legal… no se les tomaba en
cuenta… “no valían”… Dos mil años después me encuentro en una realidad en la
que los/as niños/as no son nada, no pintan nada, son un estorbo
Escucho historias
desgarradoras, dolorosas… de niños/as de 12 a 15 años todas las semanas. Detrás de un mal
comportamiento en el aula, de una falta de respeto, de una exagerada manera de
llamar la atención… me encuentro con corazones que han sufrido y siguen
sufriendo, corazones que lloran internamente y que se han endurecido para no
seguir sintiendo y para que no les afecten las circunstancias, corazones rotos…
Y todo eso se ve reflejado en los rostros de dureza que muestran muchos de
ellos
¿Qué hay en esas vidas?
Abusos y violaciones sufridas en silencio, maltrato… con palabras expresan su
necesidad de ser escuchados, de ser queridos por sus padres, de ser tenidos en
cuenta, de ser valorados y sobre todo de ser creídos. No entiendo por qué
muchas madres creen antes a alguien de la calle que llegue contando un “chisme”
que a los propios hijos.
A veces, después del
testimonio escuchado, y de las lágrimas de las que soy testigo, yo misma les
pregunto: “Y yo ¿en qué le puedo ayudar? ¿qué puedo hacer por usted?” Me siento
todavía peor cuando me responden: “Nada, solo escucharme, necesitaba hablarlo
con alguien y en mi casa no me escuchan y no me creen”. Siento un profundo
dolor en mi corazón cuando entre lágrimas un niño/a me dice algo así.
Pero con todo esto,
creo que me duele aún más escuchar a un/a niño/a decir: “Yo ya no lloro hace
tiempo, ya me hice fuerte”. Qué pesar me da. Yo les cuestiono: “¿tanto ha
sufrido en su vida para convertir su corazón de carne capaz de conmoverse y de
ser sensible ante todo, en un corazón de piedra?”. Y ahí es cuando alguno/a se
quiebra y comienza a llorar y a hablar y a hablar y a hablar y a contar lo que
siempre han guardado y nunca se han atrevido a contar
Todos necesitamos
hablar, expresar lo que hacemos, vivimos, sentimos… compartir lo que nos
alegra, lo que nos enoja, lo que nos duele, lo que nos asusta… Tal vez como
adultos hemos aprendido a lo largo de la vida a abastecernos de recursos y
personas que nos permitan canalizar todo esto. Pero ¿y estos niños/as tan
indefensos y vulnerables? No es de extrañar que muchos para evadir y huir de
todo aquello que sufren en la casa o para encontrar aquello que no reciben en
ésta, opten por vías no adecuadas como la droga, la sexualidad… o hasta
quitarse la vida
En las escuelas
públicas en los grados de 7º a 9º se encuentran jóvenes que compran y venden
droga, muchachas que quedan embarazadas… y los hay que tienen marcas en los brazos
de cortadas de cuchilla. Al salir esta tarde de una escuela había cerca del
portón cuatro mareros, seguramente esperando a algún muchacho que ya está en la
mara o a algún otro que quieren que forme parte del grupo.
¿Qué está pasando en
las familias? ¿por qué no se dedica tiempo a los/as hijos/as? ¿por qué no se
les escucha? Hay tanto por hacer… hagamos como Jesús… dejemos que los/as
niños/as se acerquen a nosotros/as… escuchémosles… y sobre todo, como decía Don
Bosco, que lleguen a sentirse queridos.
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