El día de San
José Obrero se nos hablaba de la humildad y sencillez de este Santo, de su
trabajo y servicio desinteresado y callado,
y de cómo pasa desapercibido en nuestra Iglesia.
El sacerdote nos
cuestionaba: ¿Por qué hacemos lo que hacemos? ¿Qué buscamos en nuestro hacer?
Si ya hemos recibido lo que andábamos buscando entonces ya hemos recibido
nuestra recompensa, aunque sea un simple “gracias”
Estamos
confundidos, unos lo vemos y otros no lo queremos ver. Estamos todo el día
afanados en el hacia afuera viviendo desde la identidad que hemos ido creando
El camino
comienza yendo hacia el centro de nuestro ser. Es desde allá desde donde mana
el verdadero compromiso y hacer. Mientras nuestra vida no brote de allá,
estaremos jugando a ser buena gente poniéndonos distintos disfraces según la
ocasión
Dios está en lo
más íntimo de nuestro. Él nos hizo a su imagen y semejanza, esa es nuestra
verdadera identidad. En lo más profundo se encuentra todo el amor, la belleza,
la energía, la sabiduría, la creatividad, la paz… que siempre hemos deseado y
nunca hemos alcanzado buscando afuera
Cuando seamos capaces de hacer frente a nuestros miedos, cuando seamos valientes para adentrarnos en la aventura de lo desconocido… cuando tengamos el coraje de enfrentar nuestra verdad y dejar caer todas las máscaras que hemos creído que nos ayudaban… lograremos conectar y contactar con la Fuente, con Dios. De ahí nace el verdadero y auténtico hacer… la compasión… el amor incondicional… Cuando llegues a lo más profundo y comiences a vivir desde ahí se acabará tu búsqueda incesante ahí afuera. Todo está en ti.
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