Te invito a realizar un ejercicio
que hice el otro día. Se trata de lo siguiente. Si Dios te dijera que puedes
escoger diez cosas a las que nunca vas a tener que renunciar ¿qué cosas,
cualidades, dones, personas… aparecerían en tu lista que no quisieras perder
nunca?. Yo rapidito hice mi lista, es más si me planteo escribir veinte también
hubiera llenado mi lista. Las emociones que se despertaron en mí fueron varias:
sorpresa, malestar, enojo, tristeza… “Que esto no me lo toque”… ¿Qué tan
apegada estoy a todo “eso” o qué tan libre soy para dejar ir todo “eso” en el
momento que se me pida?. Tendría que verme en la situación pero no pude por
menos acordarme del joven rico que no pudo desprenderse de lo que Jesús le
pedía y se fue triste.
Pues bien… providencialmente, estos
días estoy repitiendo en mi oración una lectura porque sentí gran consolación y
ahí me quedé. Es la de 2 Co 12, 5-10.
¿Y qué sucedió? Que como la
providencia juega esas pasaditas, al día siguiente de hacer este ejercicio se
me estaba pidiendo renunciar a una de las 10 “cosas” de mi lista
¡alucinante!... se trata de un don. No se me estaba pidiendo renunciar para
toda la vida, tan solo por un día pero confieso que mi ego en un primer momento
quiso aferrarse tratando de convencerme con frases como: “No te dejes”… “no te
están valorando”… “ocupa tu lugar”… “demuestra quien eres”… ¿para qué te dio
Dios ese don si no lo vas a utilizar?... pero también recordé: “esa era una de
las cosas de mi lista y ahora tengo la oportunidad de ofrecerla”… y una voz en
lo más profundo de mi alma me susurraba: “te basta mi gracia”. Ups… y la dejé
ir… con paz...
No era tan complicado… era solo por
un día… pienso en si se me pide para siempre o en otras cosas de mi lista. Solo
espero que siga resonando por siempre en mi interior la voz de Dios diciéndome:
“no te inquietes… cree en mí”. ¿Hay algo más grande que poder gozar del amor y
la gracia de Dios? ¿De qué nos sirve todo si nos falta lo más importante?
Te comparto un cuento que me fascina
porque ilustra muy bien el don del desprendimiento:
Un monje se encontró, en uno
de sus viajes, una piedra preciosa, y la guardó en su bolsón. Un día se
encontró con un viajero y, al abrir su bolsón para compartir con él sus
provisiones, el viajero vio la joya y se la pidió. El monje se la dio sin más.
El viajero le dio las gracias y marchó lleno de gozo con aquel regalo
inesperado de la piedra preciosa que bastaría para darle riqueza y seguridad
todo el resto de sus días. Sin embargo, pocos días después volvió en busca del
monje, lo encontró, le devolvió la joya y le suplicó: "Ahora te ruego que
me des algo de mucho más valor que esta joya, valiosa como es. Dame, por favor,
lo que te permitió dármela a mí." Tony De Mello
“La verdad os hará libres”…
Descubrir nuestra verdad… poner nombre a las cosas… reconocer nuestra condición
humana y lo poco que somos sin Él… conocer nuestros apegos para podernos
liberar de ellos… disolver nuestras máscaras y vivir desde lo que somos y en plenitud…
confiar en Dios... soltar, desprendernos, arriesgarnos a dejar ir… Nos basta su
amor y su gracia.
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