Otro año más
llega Navidad. Las luces, los regalos, las comidas, los estrenos… pueden
hacernos perder el horizonte, pueden hacernos olvidar el verdadero sentido de
lo que celebramos, pueden llevarnos a celebrarlo, sí, pero muy superficialmente
(tal vez vayamos a las eucaristías pero sin vivirlas a fondo)
¿Qué vamos a
celebrar esta Navidad si nuestro corazón está lleno de “tantas cosas”? ¿Cómo le
vamos a dar cabida a Él?
Jesús quiere
vivir en nosotros, habitar en nuestro corazón, para que tengamos vida. Imagino
su dolor y sufrimiento al mirar nuestras pobres vidas tan alejadas del
Misterio, perdidas en las cosas de este mundo, esclavas de la imagen, del qué
dirán, del pasado, del futuro, de los compromisos, de los miedos…
Él quiere
nacer en nosotros pero no lo va a hacer a la fuerza, no es su estilo. Él no
obliga, no impone. Nosotros hemos de favorecer que ese encuentro se produzca.
El cuándo, el dónde, el cómo se produzca ese encuentro no depende de nosotros.
Nos toca poner los medios, lo demás depende de Él. Pero de algo podemos estar
seguros y no debemos permitir la más mínima duda al respecto: “Cuando buscamos
el AMOR somos encontrados por Él”. Él desea ese encuentro, solo es preciso que
te decidas y lo desees en lo más profundo de tu corazón pidiéndolo una y otra
vez sin desfallecer. Pero recuerda que para ello es necesario vaciar
previamente el corazón para dejarle todo el espacio a Él.
Estamos en
Adviento. Tiempo para preparar el encuentro. Ojalá podamos celebrar en Navidad
que Dios verdaderamente nació en nuestro corazón. Que así sea.
No hay comentarios:
Publicar un comentario