Son muchos los que dicen
seguir a Jesús y desear hacer su voluntad pero menos los que lo cumplen
El programa de Jesús no es
muy atractivo. De primeras ya advierte que el que le siga no tendrá donde
reclinar la cabeza. A eso le siguen críticas, calumnias… para terminar
golpeado, abofeteado, con una corona de espinas en su cabeza, clavado en una
cruz y solo. Con este plan ¿quién se anima?. Desde luego que lo que ofrece el
mundo es más atractivo: éxito, fama, dinero, placer… Pero algo tiene que tener
esto de seguir a Jesús que tantos locos de antes y de ahora siguen escogiéndole
en sus vidas. Se lo dijo a la samaritana: “El que bebe del agua que yo le daré
nunca más volverá a tener sed. Y además nos aseguró la compañía de Madre cuando
en la cruz le dijo a Juan: “Hijo, ahí tienes a tu Madre”
Muchos que eligieron el camino del Evangelio todavía no han comprendido que vienen y vendrán pruebas y cruces. La cruz de no ser entendido, de no ser aceptado, de no ser tenido en cuenta, de ser criticado, de ser calumniado… y antes o después la cruz de la soledad. ¿Qué hacer en estos casos de sufrimiento?
El sufrimiento solo se vence
con amor. Si lucho contra él, o me resisto, o me resigno, entonces no lo vivo
con fe. Si lo acepto con amor y con fe y lo vivo como Jesús lo vivió, en este
caso ya he triunfado, ya he trascendido el sufrimiento… así puedo ser libre
hasta de la misma muerte. Así le pasó a Jesús… en el momento en que puso su
vida en manos de Dios, fue libre de la muerte: “Padre, que no se haga mi
voluntad sino la tuya”
Cuando la desolación, fruto
del seguimiento a Jesús, se asiente en tu vida, es momento de volver los ojos a
la Pasión de Cristo. Adéntrate en el Misterio y pide al Espíritu la gracia de
identificarte con Cristo en su padecimiento.
Nadie dijo que el camino
fuera fácil pero “todo lo podemos en Cristo que nos fortalece”. Si estás dando
tus primeros pasos, ya sabes todo lo que te espera… si ya llevas años de
seguimiento, fortalece tu oración para poder vencer las pruebas y dificultades
y así serle fiel hasta el final. Y ante todo y sobre todo mantén la esperanza
porque nuestra fe se fundamenta en creer en Cristo resucitado y vencedor de
todo mal. El gozo y la alegría plena están asegurados pero hay que mantenerse.
Ten fe y confía.
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