Esta “muletilla” se
utiliza mucho. A veces por aplacar el dolor que sentimos, otras veces por
eludir la responsabilidad, otras… ¿la utilizas? ¿en qué ocasiones? ¿quién es realmente responsable de lo que pasa: Dios, tu "dios" o tú?

Invito a una joven
a una actividad en la iglesia y me dice: “Tengo un compromiso pero si Dios
quiere ahí estaré”. Y yo me pregunto: ¿Quién decide Dios o yo?. Yo soy la que
decido, luego si quiero estar pondré los medios que a mi alcance estén y si no
quiero estar me quedaré de brazos cruzados esperando que “dios” mueva los
hilos. Por supuesto que no llegó porque optó por hacer algo distinto.
Una mujer inicia
un compromiso en la iglesia. Los tres primeros días no llega. Tras faltar esos tres días dice: “Si el próximo día no puedo llegar será que “dios” no quiere que
esté acá”. El que yo no sepa organizar mi tiempo ¿de quién depende?. Un día
puede surgir algo pero ¿siempre? ¿acaso no tendría que cuestionarme sobre mi
disciplina, sobre mi motivación para asumir ese compromiso…? Cuando deseamos
algo con fuerza en nuestro corazón no hay quien nos detenga y lo hacemos
realidad. Buscar excusas y justificaciones nos tendría que interrogar
Llegan las
catástrofes naturales, hay un sin número de fallecidos y damnificados, y
también se escucha “dios” así lo permitió… ¿Por qué no nos detenemos a reflexionar
en el daño que hacemos a la naturaleza consumiendo más de lo necesario, no
reusando, no reciclando, utilizando un sinfín de plástico, contaminando…? Dios
todo lo hizo bien, creó un bello planeta para que viviéramos en él y fuéramos
felices. Desgraciadamente lo estamos destruyendo y todavía nos queda el descaro
de echarle la culpa de todo lo que pasa
Podría
seguir pero… al final todo va a dar en lo mismo… somos libres… no somos
marionetas… Dios no maneja los hilos del mundo a su antojo… tampoco a nosotros.
Dios no provoca las desgracias pero de la misma forma no puede hacer nada por
evitarlas… Sin embargo el Dios de Jesús no es un Dios que se queda de brazos
cruzados: consuela al que está triste, sufre con el que sufre, da de comer al
hambriento, visita al enfermo y al que está en la cárcel, tiene palabras de
ánimo para el que está abatido y desolado… ¿Y cuándo hace el Dios de Jesús eso?
Cuando tu y yo lo hacemos. Dios está encarnado y su PODER es el AMOR, ese amor
que tú y yo somos y tenemos
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