Todos los años y
desde muy pequeña, en la escuela y en la parroquia, escuchaba hablar de los
misioneros. Me parecían personajes de ficción, seres de otro planeta. Y si mal
no recuerdo, conocí a la primera misionera cuando ya tenía 18 años. Era una
hermana Blanca que llevaba la mitad de su vida en África. Ese día volví a casa
como flotando.
Ahora conozco a los
misioneros y a la misión más de cerca… y nada que ver con lo que podemos
imaginar cuando no conocemos. Siempre hay un gran abismo entre la ficción y la
realidad.
Oraba tempranito con
el evangelio del día, hoy fiesta de San Bernabé patrón de La Rioja. Jesús envía
a los Doce: “No lleven….”.
Hay quienes alaban y
quienes critican a los misioneros pero lo verdaderamente cierto es que todos
dejan algo de gran valor para amar y servir a otros a los que ni siquiera
conocen. Resonó en mi corazón hace unos meses esta frase: “El verdadero
discípulo no es aquel que hace sino aquel que deja”…
En ese “dejar” su
país, el misionero sufre: incomodidades, humillaciones, en ocasiones hambre, enfermedades
producidas por la alimentación, la climatología del lugar, la lejanía de sus
familiares, la delincuencia y violencia, el desgastarse y no ver frutos, el
peso de la rutina,… y en algunos casos la persecución hasta morir.
No dudo de que habrá
quienes estén en países en los que resultará muy gratificante y satisfactoria
la labor que realizan pero estoy convencida de que la mayoría enfrentan
dificultades en su día a día que solo una gracia especial les hace permanecer y
no tirar la toalla
Hoy elevo una
plegaria al Señor:
- por todos aquellos misioneros que dejaron sus familias, su trabajo, comodidades, un futuro prometedor, seguridades…
- por quienes viven en países de riesgo por guerra, violencia y delincuencia…
- por los que sufren las adversidades de decir “Sí” al Señor…
Dales Señor tu amor y
tu gracia para que puedan seguir haciendo realidad Tu Sueño y permanezcan
fieles a Ti hasta el final.
Señor jesucristo, nos da miedo gastar la vida, pero la vida Tu nos la has dado para gastarla; no se la puede economizar en estéril egoísmo.
ResponderEliminarGastar la vida es trabajar por los demás, aunque no paguen;hacer un favor al que no va a devolver;gastar la vida es lanzarse aún al fracaso, si hace falta, sin falsas prudencias; es quemar las naves en bien del prójimo.
Somos antorchas que solo tenemos sentido cuando nos quemamos; solamente entonces seremos luz.
Libranos de la prudencia cobarde, la que nos hace evitar el sacrificio, y buscar la seguridad...
Entrenamos, Señor, a lanzarnos a lo imposible, porque detrás del imposible está tu gracia y tu presencia; no podemos caer en el vacío.
(Luis Espinal, SJ)