miércoles, 27 de noviembre de 2019

"SEGUIMOS A UN JESÚS POBRE Y HUMILLADO"



Seguir a Jesús no nos va a enriquecer, no nos va a dar seguridades, no nos va a garantizar una vida tranquila, no nos va a proporcionar fama… más bien seguir a Jesús nos conduce: a vivir pobremente y de forma austera, a no desear tener más, a no apegarnos a las cosas, a vivir en la incertidumbre de ¿y mañana qué?, a desestabilizarnos, a ser criticados o ninguneados, o incluso a ser objeto de burlas porque nos crean tontos…


Seguir a Jesús es de “locos” porque es ir contracorriente, contra los valores de este mundo, contra las invitaciones de la sociedad de consumo que nos anima a tener más creándonos más necesidades, a ser más que…, a ser reconocidos, a cuidar nuestro cuerpo como si fuera un “dios” haciendo de él un ídolo, a buscar la felicidad en las cosas (diversión, placer, juego, viajes, moda, tecnología)…

El que decide seguir a Jesús pobre y humillado: “está loco”, pero ojalá hubiera más locos enamorados de ese Jesús, porque ellos son los que construyen el Reino. Esos que eligen: la pobreza, el sufrir oprobios (humillaciones) e injurias (injusticias) por amar y servir, y la humildad como actitud de vida


Seguir a Jesús es tener sus mismas actitudes y sentimientos. Elegir lo que elegiría Él, hacer lo que haría Él, mirar como miraría Él… ser compasivo, tolerante, misericordioso, bondadoso…

Seguir a Jesús es renunciar a nuestros caprichos, apetencias, gustos e intereses para hacer en todo su voluntad. Salir de nuestro propio amor y querer para que Él sea en nosotros.

No podemos autoengañarnos. Seguirle implica toda nuestra vida. O con Él o con el mundo ¿con quién queremos hacer alianza?. Decir que le seguimos pero vivir según los valores del mundo nos fragmenta y nos quita la paz. ¿A quién queremos seguir?

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