En todo/s está Dios pero ¡qué difícil verle sobre todo en
el sufrimiento ajeno o cuando pasamos por una situación difícil!. Es más,
tendemos a molestarnos, a enojarnos e incluso a alejarnos del encuentro con Él
en la oración o en la Eucaristía y hasta llegamos a veces a culparle de lo que nos sucede. Esto se debe a
nuestra pobre, limitada y errónea imagen de Dios. Nada se parece ese “dios” al
Dios de Jesús, al Dios de la vida
Cuando nuestra mirada es superficial, nos cuesta
descubrirle. Tenemos que aprender a mirar en profundidad las cosas, los acontecimientos,
a las personas porque… “todo es lugar de encuentro con el Señor”
Los discípulos y otros muchos también vivieron esto
después de la muerte de Jesús. Encerrados en su “idea” de Jesús y de Dios, les
costó reconocerle en lo cotidiano, en las heridas… sólo cuando ampliaron su
mirada pudieron experimentar Su Presencia
En un mundo abatido por el sufrimiento y los dolores
físicos y emocionales también podemos encontrar a Dios. A Tomás le costó creer
que Jesús seguía vivo pero, cuando entró en contacto con las heridas, le
reconoció. En el prójimo herido podemos encontrarnos con Él.
Ampliemos nuestra mirada si queremos experimentar su
Presencia. Si continuamos mirando todo y a todos de manera superficial y nos
quedamos con lo que nuestros ojos físicos alcanzan a ver… Si seguimos limitando
y encasillando a Dios en nuestros criterios e ideas… difícilmente podremos
descubrirle en todo/s
Recuerda siempre y en todo momento: “Todo es lugar de
encuentro con Dios”
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