¿Cuántas veces los otros hacen algo por ti? Tal vez un
detalle, un regalo, una ayuda, una invitación, una llamada, un rato compartido
para escucharte… ¿Cómo respondes a ese amor? Se me ocurren dos actitudes: La del
fariseo y la del publicano
El fariseo se cree merecedor de “eso” que le dan o hacen
por él
El publicano desde su humildad, reconoce el don recibido
y muestra con hechos “tanto amor manifestado y experimentado”
Así como nos relacionamos con las personas nos relacionamos
con Dios, así como nos relacionamos con Dios nos relacionamos con las personas.
Ante Dios tan solo son posibles estas dos mismas actitudes. La del fariseo que
se cree merecedor, dice gracias pero se queda de brazos cruzados y no responde
ante tanto amor “porque es bueno y ¡qué menos!... es lo que merece”
O la del publicano que, a pesar de sus fallos, sus caídas
y defectos, es consciente de ese amor y responde con su vida como acto de
agradecimiento
“Es de bien nacidos ser agradecidos” dice el refrán. Y
está bien agradecer con palabras pero ¡qué cortitos nos quedamos!
Nuestra respuesta nunca podrá compararse al gesto de amor
de Dios o de los otros pues ellos fueron los que tomaron la iniciativa, pero no
por eso vamos a dejar de expresar con obras o gestos aquello que nos dieron o
hicieron por nosotros
¿Cuál es mi respuesta ante tanto amor recibido de Dios o
de mis hermanos?
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