Él quiere encontrarse conmigo y no cesa de buscarme, en
las buenas y en las malas, en la salud y en la enfermedad… y en todo momento.
A menudo escucho testimonios de gente que le pregunta por
qué le mandó tal o cuál prueba… como si Dios al iniciar el día se propusiera
fastidiarnos la vida eligiendo a quien escoger para probar su fe. ¿Qué parecido
tiene este “dios” con el Dios de Jesús que solo quiere amarnos?
El aprovecha toda ocasión, toda decisión errónea, cada
acontecimiento… para encontrarse con nosotros… y afortunadamente no descansa en
su empeño
¿Qué bloquea entonces mi encuentro con Él: mis intereses,
mis ocupaciones, mis preocupaciones…? ¿Cuántos ruidos hay fuera y dentro de mí
que me impiden escucharle, experimentarle…?
Unos dejaron las redes… otros dejaron a su padre… y a lo
largo de la historia unos y otros han dejado, soltado… ¿Qué tengo que “dejar”
para encontrarme con Él?
El encuentro es cosa de dos… Él lo desea pero si yo no
pongo los medios ese encuentro no se dará. ¿Realmente quiero encontrarme con
Él, a qué le temo, a qué espero?
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