lunes, 18 de abril de 2022

“EN LAS REALIDADES DE MUERTE TAMBIÉN SE PUEDE ENCONTRAR LA VIDA”

 

Después de mi primer año en Honduras regresé a España. Era septiembre, pronto llegaron las fiestas de San Mateo (salir con amigos, trasnochar, música, gente, ruido…). Una de esas noches, sin buscarle… me encontró. Y fue en un bar lleno de gente, sería algo más de la 1am, la música a todo volumen. De repente empezaron en mi mente a pasar imágenes, como si de una película se tratase, de experiencias que había vivido ese año, personas, realidades… Entonces me pregunté: “¿Qué hago acá?”, “¿Voy a seguir perdiendo el tiempo con tanto por hacer en este mundo?”. Esa noche tomé la decisión de regresar a Honduras. Sumida en una realidad de muerte, en la que supuestamente me la estaba pasando bien, me encontré con Él, con el mismo resucitado que ahora celebramos

María Magdalena caminó hasta el sepulcro para estar con el Señor ya muerto. Cuál fue su sorpresa que se produjo el encuentro con el Dios vivo.

¡Qué misterio tan grande!. Hay quien le busca y no le encuentra. Hay quien anda perdido o distraído y se cruza en su camino. Nos ha podido pasar un poco de todo en la vida porque por Él no queda y aprovecha todo lo que nos acontece para hacerse el encontradizo. Quien ama desea estar, permanecer, con el amado. ¿Qué tan vivo está ese deseo en mí?

Todos tendremos un montón de anécdotas que contar de encuentros con el Señor. Si bien es cierto que por mucho que lo deseemos no podemos forzar la experiencia, sí que depende de nosotros estar atentos y disponernos buscando los medios que faciliten el encuentro o evitando aquello que lo dificulte o impida.

El encuentro se da cuando quiere (en la mañana o en la noche, en la juventud o en la ancianidad como le pasó a Simeón…), como quiere (por medio de una canción, una propuesta, una lectura, un acontecimiento…), donde quiere (caminando con nuestras desolaciones, miedos, dudas, como los discípulos de Emaús… en la oración, en el tiempo de descanso o de ocio, en la rutina de cada día… encerrado como los discípulos, en realidades de muerte como María Magdalena…). Cualquier tiempo, modo o lugar puede ser el momento oportuno para que se produzca el encuentro.

Desea encontrarse con todos porque nos ama a todos. No se valen las excusas, justificaciones, resistencias o pretextos para cerrarnos a ese amor que se quiere regalar. “Es que…”. “Pero si yo…”. “¿Y si…?”. “Ya es muy tarde”. “Eso no va conmigo”. “Yo estoy bien así”. “No me va a aportar nada”. “No lo necesito”... El Amor desea ser acogido, recibido… ahora. ¿Por qué o para qué esperar más?

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