El
otro día me compartía una amiga su “decepción” por esperar de dos amigos algo
que no se dio. “Si a mí me lo hubiesen
pedido, yo lo hubiera hecho pero ellos no… solo les pedí esto…”. Se sentía
traicionada. Con uno de ellos ya había hablado y reconoció que no se pudo
callar y fue fuerte expresando su malestar, estaba pendiente de hablar con la
amiga para también reclamarle. ¿A quién no le ha sucedido esto alguna vez?.
¿Qué hemos aprendido de ello?. Y nosotros… ¿Cuántas veces hemos “traicionado” a
otros?. Sí, sí… Los otros también se crean expectativas respecto a nosotros y
se sienten frustrados ante nuestras reacciones, actitudes, decisiones…
"Para ti también hay un pedacito de pan" |
Hoy
Jesús sabe que uno de los discípulos le va a traicionar pero no por ello deja
de darle, como a los demás, su pedacito de pan.
Así
como Judas traiciona a Jesús, Pedro le niega, los otros le abandonan… también
nosotros contamos en nuestro haber: traiciones, negaciones y abandonos a Jesús.
Y alguno se dirá: “Yo no”. Pues tú sí y yo también. Pero ante esta realidad, Jesús
no pregunta, no reclama, no pide explicaciones, no impone castigos, no se enoja…
sino que se nos sigue dando, nos continúa ofreciendo un pedacito de pan. Nada
es obstáculo para que Él nos siga amando.
Nada condiciona su amor por nosotros.
¡Qué
grande e incomprensible este amor!. ¡Qué lejos de lo que vivimos muchas veces
como amor!. Se olvida de lo de ayer, vuelve a dar otra oportunidad. Espera,
confía, no se rinde, no pide, nos busca… y todo y tan solo por amor. Solo
quiere amarnos y para eso pone a nuestro alcance los medios para mostrarnos ese
amor. Desgraciadamente en medio de las distracciones, ruidos, proyectos,
preocupaciones, tareas… vamos con el piloto automático. Sumergidos en la rutina
y los afanes, ni lo descubrimos, ni nos abrimos a ese amor.
Siempre
es buen momento para pedir perdón por tanto amor traicionado, rechazado, negado…
por tantos obstáculos a dejarnos amar… por tantas excusas y justificaciones
para recibir ese amor…
Siempre
es buen momento para comenzar, para estar atentos, para abrirnos a la sorpresa,
para volver nuestros ojos y vida a quien se nos da, para abajarnos y con
humildad recibir lo que se nos quiere regalar, para agradecer por tanto y todo.
Cuanto importante dejamos a un lado por nuestras prisas, por dar más importancia a nuestro yo que al Nosotros que nos propone Jesús. Pero Él siempre cuenta con nosotros, siempre tiene algo bueno para cada uno de nosotros. Que su vida, su ejemplo nos guíe en el caminar diario.
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