No sé si
alguna vez has participado en la dinámica de salir al campo y escoger algo que
se identifique contigo. La consigna es: “No elegirlo sino dejar que “la cosa”
te elija”. Se trata de no pensar, tan solo de contemplar… no obsesionarse con
encontrar algo sino disfrutar de lo que se mira… cuando te relajas, cuando vas
sin expectativas, es cuando algo te atrapa, algo consigue llamar tu atención y
hablarte.
Pues bien, te
cuento esto para compartirte la siguiente anécdota. Entre sus consejos para
orar, Santa Teresa recomienda contemplar un cuadro o una imagen de Jesús,
especialmente de su rostro. Parece algo sencillo pero no lo es. Yo sí que hace
tiempo me puse a la búsqueda y hay imágenes que me hablan más que otras pero
hasta este momento ninguna había conseguido conquistarme. Internet, librerías…
y nada. Unas muy dulzonas, las otras muy divinas… No me dan ninguna devoción,
no siento empatía con ellas, no me inspiran la oración.
Hace tiempo
que dejé de buscar y lo encontré. Visité con una amiga la capilla donde está
enterrado San Juan de la Cruz, y junto a esa capilla hay otra en la que tan
solo hay un cuadro, el cuadro ante el que oraba este santo. Me quedé muda, no
sé el rato que permanecimos allá… en silencio, tan solo contemplando. Ahí
estaba la imagen que tanto tiempo he estado buscando, la imagen que me hablaba
hasta acallar mi pensamiento, la imagen que atrapaba todo mi ser. Cuando
salimos de la capilla pensé en buscarla en internet, imprimirla, plastificarla…
Regresé a
casa, encontré la imagen, la puse de perfil de whatsapp y… me escribe una
religiosa Carmelita de San José hondureña diciéndome que tiene un cuadro con
esa imagen para mí. Algunos dirán: “¡Qué casualidad!”. A mí se me hacen agua
los ojos, me sonrío del guiño que me ha hecho el Señor y doy las gracias por
tanto y todo. Vive, sigue actuando… y hablando. Más allá del hecho externo
providencial hay todo un mensaje encerrado que guardo en mi corazón.
Ya tengo el
cuadro en mi cuarto. A ella se lo regalaron y pensó en que yo sería la
destinataria final. Así tenía que ser, así fue. Lo más gracioso fue lo que me
dijo: “A mí esa imagen no me dice nada pero no crea que se lo doy porque a mí
no me guste”. Es bien divertida y muy sincera. Gracias Blanca
Qué caprichos tiene el corazón para encontrar el consuelo!!
ResponderEliminarGracias por compartir tu historia!