sábado, 11 de junio de 2022

“QUE TU ESPÍRITU ME LIBERE”

 

Nos creemos libres cuando en realidad no lo somos. Y cuando pensamos en libertad lo limitamos a la capacidad de elegir o de hacer lo que deseamos

En realidad son muchas las cadenas que nos enredan esclavizándonos y dificultando así el encuentro con Dios, el amar, el hacer su voluntad. Y podemos también recordar al joven rico y pensar en las riquezas o posesiones pero hay cuerdas más cortas o finas que quizás desconocemos pero que nos tienen igualmente amarrados. De donde se hace urgente el conocerse, el escucharse, el revisarse…

Esas cuerdas cortas o finas a veces ni las vemos pero nos están perjudicando. Puede ser el miedo, la culpa, el rencor, el odio, el egoísmo, la codicia, el amor propio, la mentira…

“Eso” que nos impide responder a lo que es un llamado o invitación del Señor, es un obstáculo entre Él y nosotros, es una de esas cadenitas apenas perceptibles pero tan dañina como las más gruesas y largas

¿Quiero seguir viviendo así? ¿Qué beneficio me reporta? ¿De qué me estoy privando? ¿Qué puedo hacer para cortar esas amarras?

Pienso que lo primero es conocer qué nos enreda y después: Desear cortar, romper, desligarnos de eso que frena nuestro caminar, que no nos deja avanzar. Pero también estoy convencida de que solos no podemos, de que humanamente y con nuestras propias fuerzas no lo conseguiremos. No sé tú pero yo lo tengo muy claro: “Me rindo”. Yo al menos necesito la gracia del Señor. Y también creo que Él puede hacerlo. Que me abandone y que confíe, y que su Espíritu me libere. Es también mi deseo para ti.

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