Hace ya días que resuena en mí una
frase: “Entregarme al Amor sin reservas”. Literalmente impone y no a pocos puede
asustar. He escuchado muchas veces, a cristianos comprometidos, confesar su
miedo a una oración contemplativa en la que no medien palabras, anticipándose a
lo que el Señor les puede pedir. Es por esto por lo que tantos prefieren
rellenar su oración con palabras, canciones, meditaciones, poesías, rezos. De
esta forma se cumple y la conciencia queda tranquila
Pero vuelvo a la frase porque cuestiona
pero ¿miedo?. Nos ayuda a caer en la cuenta y tomar conciencia de lo que
realmente somos, de lo que se nos quiere regalar.
Te comparto mi interpretación pero puede
quedarse muy corta. Ante frases así mi entendimiento es muy limitado para
abarcar todo lo que puede encerrar. Para mí esa entrega sin reservas al Amor se
traduce en:
- Reconocer ese Amor que está, que se me da incondicionalmente, y agradecerlo
- Dejarme envolver y empapar por ese Amor con lo que soy y tengo. No lo merezco, no soy digna, pero sí que lo necesito y lo deseo.
La entrega a ese Amor se traduce en
permitirle amarme independientemente de dónde esté, de qué haga… de mis
cualidades o defectos… de mis errores o aciertos
Este Amor, que me sobrepasa, que no
comprendo, y que es incondicional, se me entrega, y lo único que tengo que
hacer es entregarme a Él. ¡Qué desigualdad!. Nunca se podrán equiparar los dos
amores. Su Amor siempre será mayor. Mi amor raquítico, limitado, interesado,
condicionado… Lo sabe y por eso solo eso pide. Que sea humilde para reconocer
mi pequeñez y Su grandeza, para dejarme abrazar y traspasar por su amor, y para
ofrecerle ese poco de amor con el que cuento en mi haber, aunque tenga taras y
carencias.
La ofrenda a ese Amor solo puede ser la
propia vida. Nunca podremos corresponder a un Amor que siempre será mayor: ni
todos los sacrificios, ni todas las obras, ni todas las renuncias… serán
suficientes. Nada de lo que hagamos nos hará merecedores de un Amor así porque
es gratis, incondicional. Ese Amor ya está al alcance de todos. El problema
surge cuando por orgullo nos cerramos al Amor: Unas veces creyéndonos dignos
por lo buenas personas que somos o por las maravillosas obras en las que nos
implicamos, y otras enredándonos en nuestra miseria, pequeñez, fragilidad,
pecado…
Hay quien ayuda a mucha gente, quien
tiene puestos de poder o cargos a través de los cuales hace mucho bien… y
quizás no se ha entregado al Amor, viviendo todo su hacer como exigencia,
cumplimiento, compromiso… o como respuesta a un “dios” que lleva cuentas, que
pide, que juzga, que premia o castiga… con la consiguiente frustración, culpabilidad,
irritabilidad o cansancio, cuando los resultados no son los esperados
Y también hay vidas entregadas al Amor
que no hacen ruido, ni cosas espectaculares… que pasan desapercibidas entre la
masa
Obras, renuncias, sacrificios, éxitos,
rezos… Nunca van a ser suficientes para igualarse al Amor que se nos da. Nada
de eso le interesa si con todo ello nos buscamos y somos el centro. “Solo
quiere nuestro amor”. Y es la humildad la que hace posible la entrega sin
reservas a un Amor que siempre será mayor.
Que así sea
ResponderEliminarMuchas gracias Gloria ,ha tocado mi corazón ❤
ResponderEliminar