martes, 6 de septiembre de 2022

“TODOS TENEMOS SED”

 

El pasado sábado, al iniciar la eucaristía, el sacerdote nos compartió que San Gregorio Magno fue un hombre que buscaba el rostro de Dios. Esa misma sed la seguimos teniendo todos en la actualidad. Tal vez sabemos lo que buscamos, o quizás no, pero todos los caminos, consciente o inconscientemente quieren alcanzar el mismo objetivo. Habría que cuestionarse si me sirvo de los medios adecuados para llegar a Él o por el contrario escojo otros que “aparentemente son buenos, inofensivos, me dan mucha paz” pero tristemente me alejan cada vez más de la fuente a la que deseo ir.

Comparto que me da tristeza cuando me encuentro a personas errantes porque han perdido la esperanza, porque no han encontrado un sentido por el que vivir, porque alguna situación por la que están pasando les abruma hasta sentirse en un pozo en el que no ven el más mínimo rayo de luz… Me da tristeza cuando siento que tratan de agarrarse a algo para levantarse y, aunque encuentran muchos asideros, nada les sostiene y permanecen caídos.

Pienso en la Iglesia, en la riqueza espiritual que hay en ella, en el encuentro con el Señor, en la casa cimentada sobre roca, en el tesoro escondido… Y pienso en la Samaritana que, en el pozo y buscando agua, encontró el agua que colmaría su sed de amor. Y pienso en Zaqueo que por su corta estatura se sirvió de un árbol para ver a Jesús y cómo cambió su vida desde ese momento. Y pienso en tantos otros relatos del Evangelio, y pienso en la vida de tantos santos y gente sencilla, y como su vida se transformó cuando se encontraron con el Señor

¿Qué estoy viviendo? ¿Qué busco? ¿Dónde busco? ¿Creo en un Dios en quien puedo confiar, en quien me puedo abandonar? ¿Creo en un Dios que puede hacer posible lo que para mí en estos momentos considero difícil o prácticamente imposible? ¿Creo que Dios puede sostenerme y que en el me puedo apoyar?

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