lunes, 12 de septiembre de 2022

“LAS CATACUMBAS”

 

El otro día el sacerdote se puso a hablar de las catacumbas y me hizo sonreír. Sólo pensé: “¿Con qué va a salir ahora?”. Y como siempre me encantó su meditación. En ese momento se escuchaba una música muy fuerte fuera de la iglesia, parecía como que estaban ensayando para algún concierto.


Prosigo con la historia. Nos contó como los cristianos, en sus inicios, se reunían en las catacumbas para encontrarse con el Señor, compartir la Palabra. Así estábamos nosotros en ese momento, en la catacumba, reunidos por invitación del Señor. Y me encantó cuando dijo: “Yo no me quejo por el circo de ahí afuera, ni voy a ir a hablar con alguien para que lo quiten. Estoy en la catacumba celebrando la Presencia del Señor, que está, que camina conmigo, que no me deja solo, pero también soy consciente de que no me puedo quedar acá eternamente. Mi misión está también ahí afuera y allá tengo que ser testigo de lo que aquí celebro. Tal vez sin palabras. Quizás solo con mi forma de ser, de estar, de relacionarme con los otros… pero testigo de una realidad mayor, de un Amor sin límites, de unos valores que distan de congeniar con los de este mundo.”

A pesar del ruido, de las ofertas, de que nos quieran llevar a favor de la corriente… saber de dónde venimos, dónde estamos, a dónde vamos… ser conscientes de quiénes somos, a quién pertenecemos… Y ser testigos del Amor en un mundo en el que, pareciendo que lo tenemos todo, falta lo más importante.

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