Viniste para
quedarte pero no terminamos de encontrarte porque el ruido nos hace sordos a Tu
Palabra, a tu voz… y las luces nos atraen consiguiendo distraernos y enfocar la
mirada en falsas propuestas de felicidad.
Viniste para
quedarte pero no te hallamos porque te buscamos entre la multitud, en lo que
nos habla de placer, de comodidad, de poder, de éxito…
Viniste para
quedarte pero no te descubrimos porque nos hemos fabricado una imagen tuya que
dista mucho de la de aquel Niño en el que te encarnaste y que nos habla de
pobreza, debilidad, desprendimiento, limitación…
Viniste para
quedarte pero no te buscamos porque nos da miedo lo que pueda suponer.
Preferimos tomar caminos que, desgraciadamente, nos conducen a sentirnos cada
vez más huecos por dentro y más faltos de paz, alegría y esperanza.
Viniste para
quedarte pero no nos interesa Tu Presencia porque creemos vivir “muy cómodos”,
porque no queremos complicarnos. Preferimos auto convencernos de que todo va
bien, de que así somos libres, de que no necesitamos creer.
Viniste para
quedarte pero no nos acercamos ni un poquito porque nos da terror tocar de
cerca la pobreza, la debilidad y la fragilidad encarnada en los otros y en
nuestras pobres vidas.
Viniste para
quedarte pero no te aceptamos, acogemos y abrazamos porque ni siquiera
soportamos y nos reconciliamos con nuestra propia miseria.
La Navidad nos
recuerda que vuelves a nacer, que sales otra vez a nuestro encuentro. Una nueva
oportunidad para ir a Ti, para conocerte, para recibirte.
La Navidad nos
recuerda que viniste para quedarte acompañando nuestras pobres vidas.
Hace más de dos
mil años te fue difícil encontrar un lugar donde nacer. ¿Seré yo quien esta vez
te cierre otra vez la puerta?
Maravillosa reflexión
ResponderEliminarGracias