Crees hacer la voluntad de Dios y estar cerca de Él porque haces
lo que piensas que es su voluntad, porque estás en el templo o comprometido en
sus pastorales, porque… Pero permanece alerta y vigilante porque de repente la
vida te sorprende y el castillo se desmorona o cuando menos comienza a
tambalear.
Puede que te suceda lo del buen Pablo. En medio del camino una
gran luz te ciega para comenzar a ver, estar, relacionarte con todo/s de otra
manera. Te encuentras de pronto ubicado en otro lugar y viviendo situaciones
que ni por cerca hubieras imaginado. Es entonces cuando te toca dejar “eso” que
era o creías que era voluntad de Dios. Es momento de dejar “las redes”,
aquellas seguridades, aquellas ideas, aquello que te hacía sentirte bien o a
gusto por lo gratificante que resultaba. Sientes una sacudida que te lleva a
parar, a cuestionarte, a abandonarte al descubrir y reconocer tu pequeñez, tu
fragilidad, que nada puedes y que no controlas. Parece como si Dios se hubiese
ausentado, como si las tinieblas lo hubieran cubierto todo, y sin embargo no
puedes hacer lo más mínimo para sentir su Presencia, para que el sol pueda
brillar de nuevo. Toca mantener la calma, perseverar, ser fiel, con la
confianza que da el saber que es tiempo de purificación y que no hay
resurrección sin muerte en cruz. Y es que en el fondo hay una seguridad en
medio de la confusión que la da la paz interior sentida, certeza clave de estar
en el camino, de ser algo querido por Dios, de tratarse de su voluntad en este
momento de tu vida.
Este “dejar” abarca rutinas, compromisos, creencias, formas de
hacer… y también personas. A Jesús le reclamaron familiares y amigos por andar
con otros y en otras cosas, en el fondo solicitaban lo que necesitaban: su
presencia, su compañía, su amor. Así que no te extrañe si tus más cercanos no
entienden o comienzan a criticar el cambio que ha dado tu vida, el que estés
más distante de ellos… Quienes te acepten, así como eres y así como te
encuentras, serán los que realmente te aman. Permitirán que el Señor siga
manifestándose en tu vida a través de lo que vaya aconteciendo, te acompañarán
en la distancia con su cariño y oración, y sabrán esperarte.
No podemos vivir la vida que otros quieren sino la que el Señor ha
soñado. La mirada siempre fija en Él para no desorientarnos (aunque cueste,
aunque haya que dejar, aunque los otros no comprendan, nos juzguen o nos
persigan por ello).
Que el Señor nos de la
gracia para llevar su obra a buen término haciendo su voluntad siempre y en
todo momento.
Que Dios me ayude!
ResponderEliminarGracias Amiga Gloria , por tus ánimos que inyectas en mi vida atraves de tus escritos muy radicales y concretos...
ResponderEliminarMuchas gracias, Gloria.
EliminarGracias, Gloria tan querida. Me animan tus mensajes.
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