Está en todos y también
en mí porque todos somos necesitados, todos somos mendigos. Unos tenemos
necesidad de ser amados, valorados, respetados, escuchados, consolados… otros
de comida, agua, ropa, medicamentos, techo… Se esconde en todos. ¡Qué dicha
saberle tan cerca! ¡Y qué oportunidad poder responderle!
Que las adversidades y
dificultades de la vida, que los acontecimientos por muy catastróficos que
sean, no endurezcan nuestro corazón. Que no nos hagamos insensibles ante los
problemas y el dolor de la gente. Que no pasemos de largo pudiendo dar de
nosotros lo que somos y/o tenemos. Que estemos siempre dispuestos a responder y
aliviar el sufrimiento del prójimo
“Cada vez que lo hiciste
con uno de estos, conmigo lo hiciste”. Podemos amarle y servirle aquí y ahora.
Y es que nuestro Dios no es un Dios lejano, distante o ajeno a lo que nos
sucede. Nuestro Dios es un Dios cercano, accesible, encarnado… y también
necesitado.
Hoy más que nunca, y
ante tantos acontecimientos adversos, se hace presente en el dolor, en el
sufrimiento y en las necesidades de los otros. Pero también en quienes
comparten su pan, su casa, su tiempo, sus cosas… su vida.
Unos y otros estamos
llamados a la conversión, a salir de nuestro egoísmo, a abrir nuestro corazón,
a estar disponibles, a ser generosos, a solidarizarnos con el otro… a amar. Y
también a tener la humildad de dejarnos amar por el Señor que llega en quien
nos quiere tender su mano. Hagamos de este mundo un lugar donde reine el amor,
donde Cristo reine.
Que Cristo Rey reine en cada corazón todo con amor es posible ayudar al projimo. Dios bendice al dador alegre
ResponderEliminarEs una dicha experimentar su presencia tantas veces, de verle y poder ayudarle.
ResponderEliminarCon el sonido del silencio
Excelente mensaje
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