Esta
pregunta se la hacían al cardenal Van Thuan sus carceleros y compañeros de
presidio. Tras meditar sobre ello, llegó a la conclusión de que su amor por
Jesús se debía a los defectos que había encontrado en él. Me encantó leer su
reflexión al respecto y cómo argumentaba cada uno de sus defectos en lo que
Jesús decía y hacía: “Jesús no tiene buena memoria”, “Jesús no sabe
matemáticas”, “Jesús no sabe de lógica”, “Jesús es un aventurero”, “Jesús no
entiende ni de finanzas ni de economía”
Ayer,
sentada junto al pozo con Jesús y la samaritana, y tras compartir con otras
personas “los defectos de Jesús”… resonó en el fondo de mi corazón esta misma
pregunta: “¿Y tú… por qué amas a Jesús?”. Te animo hoy a cuestionarte sobre
ello pero no respondas desde la cabeza, vete hasta tu corazón y deja que de ahí
broten las respuestas
Tras
contemplar la escena de Jesús y la samaritana y sintiéndome una más en lo que
ahí acontecía (mirando cómo me mira, su actitud hacia mí, el tiempo dedicado,
su entrega, su generosidad, su ternura, su paciencia, su amor, su misericordia…)
confieso que amo a Jesús porque: no lleva cuenta de mi pecado, tiene mala
memoria, me acoge tal y como soy y todo
me lo perdona, me ha rescatado muchas veces, siempre me provee, me tiene
paciencia, da sentido a mi vida, quiere lo mejor para mí, me ha elegido, es
fiel, me tiene entre sus manos. No me baso en teorías para llegar a esta
conclusión, tampoco en cosas aprendidas o en lo que otros cuentan. Me remito
únicamente a mi experiencia personal.
Ve
junto al pozo… Él te está esperando. Siéntate, tómate tu tiempo y disfruta de
ese estar, de su presencia… Él no tiene prisa. Hoy en día escasean las
posibilidades de conocer y encontrarte con alguien que te dedique un espacio y
te acoja, respete y abrace con todo lo que eres. ¿Por qué dejar pasar esta
oportunidad? Que tu corazón pueda experimentar su amor para que cantes y
cuentes su grandeza, y compartas su amor.
Que texto tan profundo como el pozo de mi vida. Gracias Gloria.
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