Con el tiempo vamos
construyendo una falsa identidad que habla de lo que creemos ser, de lo que
deseamos ser o de cómo anhelamos que nos vean los otros, pero no dice quiénes
somos en realidad
Nuestra falsa identidad
condiciona lo que pensamos, lo que decimos, lo que hacemos, cómo y con quién
nos relacionamos, lo que buscamos, lo que nos gusta…
Nuestra falsa identidad nos
lleva a atacar, defendernos o huir de los otros, a compararnos, a justificarnos…
Nuestra falsa identidad nos
impide arriesgar por amor, nos anima a luchar por la justicia con medios
violentos, confunde libertad con hacer lo que se quiere o apetece sin importar
el otro…
Nuestra falsa identidad nos
encierra en nosotros mismos, nos hace esclavos de nuestros propios miedos y
anhelos
La falsa identidad nos habla
de un ser vulnerable y frágil que se esconde tras un disfraz o una apariencia.
Se requiere invertir mucha energía y tiempo para mantenerla, y no siempre se
logra el éxito esperado
Sólo la verdad nos hará
libres. Dejemos caer las máscaras que nos cubren. No se trata de cambiar una
identidad por otra sino de deshacernos de la falsa y comenzar a vivir desde la
verdadera identidad de hij@s amad@s por Dios. Hacer del amor el motor y fin de
nuestra vida.
Que buena reflexión. Si que es desgastante mantener falsa identidad, Dios nos ama incondicionalmente y nos acepta a pesar de nuestros errores, si ante el no hay necesidad de enmascarar lo que nos pasa, entonces para que llevar máscara ante el mundo ? Soy feliz y si tengo tristeza que siempre viene se la entrego a él, le pido entendimiento, él me consuela me sostiene me da fuerza, así la tristeza se va, no tengo necesidad de enmascararme más
ResponderEliminarGracias Estimada Gloria
Bendiciones y Saludos a la distancia