¡Cómo
cuesta el tema del perdón! Ahora que para muchos terminan el curso, tal vez ésta
es una asignatura pendiente en el haber de más de uno. Pero ¿cuál es la razón?.
Hay un deseo en el fondo del corazón de vivir el perdón pero el orgullo se
convierte en un obstáculo para que así sea.
Mientras el “yo” es el centro y me vivo como víctima de los otros o las
circunstancias, o culpo a los demás o a mi mism@ de lo que ha sucedido, bloqueo
la posibilidad del perdón.
Si
mi egocentrismo perjudica practicar esta virtud para poder ser libre y feliz…
¿Cuál es la clave?. El descentramiento. Caer en la cuenta de que no soy el
centro
Si
es la ofensa o el daño causado, a los otros o a mí, quien ocupa el lugar
central pasaré la vida culpándome o sintiendo odio, deseo de venganza y rencor
por otros.
Para
vivir la virtud del perdón, para poder liberarme de resentimientos y otras emociones
que me enganchan malsanamente a personas, ofensas, caídas o experiencias
sufridas con mucho dolor… es necesario situar en el centro “la misericordia”
Cuando
fallo a Dios, hago daño a otros o incluso a mí, solo puedo perdonarme si me
enfoco en la misericordia. Buscar culpables o continuar haciendo daño sobre el
ya hecho, no me saca del enredo y la esclavitud.
Cuando
son los otros los que, con sus palabras o hechos, nos hieren solo puedo
perdonar en la medida que me descentre y ponga mi atención en la misericordia
Lo
más importante del perdón no es el pecado, no es la ofensa, no es la culpa… es
la misericordia.
Sólo
cuando la misericordia sea el centro voy a ser capaz de pedir perdón, perdonar
y perdonarme
Muy bello mensaje. Gracias Gloria.
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