Si Jesús fuera un político actual, postulándose para futuro
presidente de una nación, no creo que tuviera muchos votos a su favor. En su
programa hablaría de ver en el otro a un hermano, de tratarle como tal, de
amor, de perdón… o como nos decía hoy en el evangelio de no hacer frente al que nos agravia, de poner la otra mejilla si nos
abofetean, de dar la capa a quien quiere quitarte la túnica, de dar a quien te
pide, de no rehuir a quien te pide prestado…
Este programa de Jesús es otra historia y humanamente no es fácil
seguirlo. Eso de ver en el otro a un hermano es complicado muchas veces hasta
en las mismas familias. Vemos hermanos enemistados por herencias o en ocasiones
por malos entendidos o por querer cada uno que prevalezca “su verdad”. Padres e
hijos que ya no se hablan… Y si en la misma familia no podemos vivir aquello
que nos propone y a lo que nos invita Jesús, ¿cómo será el resto de relaciones?.
No es fácil, definitivamente. Y más cuando se nos insiste por todos
los medios en el propio bienestar personal, en el triunfo, en “ser mejores
que…” o en “tener más que…”. Nos terminamos convirtiendo en el centro del
universo y que nadie nos diga algo o nos haga algo porque entonces “se va a enterar de quien somos”, “vamos a
defender nuestros derechos con uñas y dientes”.
Santa Teresita decía que Dios no puede inspirar deseos en el
corazón que no pueda hacer realidad. Si nos habla de tener un corazón como el
suyo es porque es posible pero primero tengo que quererlo y después pedirlo sin
cansarme. Es inevitable que ante determinadas circunstancias y con ciertas
personas salga lo peor de nosotros, pero es posible que la forma de reaccionar,
responder o tratar a los otros cambie a medida que la gracia de Dios vaya
transformando nuestro corazón. No perdamos la confianza y la esperanza.
🙏🏽🙏🏽🙏🏽💐
ResponderEliminarGracias mil querida Gloria
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