Solemos decir que “la verdad duele” pero ¡Bendita verdad!.
En más de una ocasión hemos escuchado, de
forma directa o indirecta, “verdades”
de otras personas que hubiéramos preferido no haber oído nunca. En el momento
son como puñales que parece como si se te clavaran en el corazón. Surgen
sentimientos de rabia, de culpa, de decepción, de odio… Sin embargo, cuando nos
paramos a mirar los hechos objetivamente, caemos en la cuenta de que era lo
mejor que nos podía haber pasado. Lo “otro” hubiera sido vivir en una mentira,
en un engaño, en la oscuridad, en la ceguera… Escuchar “la verdad” ilumina
nuestras sombras, nos abre los ojos a lo que realmente es y no a lo que
pensábamos, imaginábamos, esperábamos…
Bendita verdad que nos libera de la
confusión. Lo que en un principio parece un mal no es sino la puerta que da
paso a la luz, la llave que abre los cerrojos de nuestra esclavitud.
¿Prefieres vivir en la oscuridad,
engañado y esclavo, o en la luz y libre?. Ojalá la próxima vez que nos
enfrentemos cara a cara con la verdad de alguien, en lugar de renegar y
quejarnos, demos gracias por haberse hecho la luz y haber contribuido a nuestra
liberación.
Así sea!!!
ResponderEliminarNecesaria. Pides al Señor fuerza para aceptar. Te enseña a ser humilde. Y aprendes mucho.
ResponderEliminarGracias.De mucha reflexión.
ResponderEliminarBuena reflexión
ResponderEliminarPero, a veces, hay verdades sobre hechos sucedidos y padecidos que callados hacen menos daño, y necesitan tiempo para ver la luz.
ResponderEliminar