jueves, 30 de octubre de 2025
“AHHHHHHH…”
Vas caminando por la vida y de pronto te encuentras al borde de un
acantilado. Todo está bien, el día es soleado, contemplas la inmensidad del mar,
das gracias a Dios por todo lo que ha hecho por y para ti…
Te sientas, disfrutas del paisaje. En un momento alguien se acerca y te
empuja. Caes al vacío. “Ahhhhhhhhhh….”. Tratas de agarrarte en vano a algo o a
alguien. Conoces a muchos que ya han pasado por esto pero ¿dónde están?. Cuentas
con enseñanzas aprendidas que te han aportado pistas sobre qué hacer en
momentos así pero ¿por qué ahora no funcionan?. Mientras caes se van apoderando
de ti el miedo, la angustia, las dudas… Abres bien los ojos, tratas de encontrar
apoyos, pero te descubres solo. Y aunque hay manos que se ofrecen para que no caigas al vacío, te das cuenta de que no pueden hacer nada por ti, es una experiencia personal que otros no pueden vivir por ti.
Sigues bajando a gran velocidad dando vueltas y vueltas, el
desastre es inminente. Sólo queda rendirse, abandonarse. Y es entonces cuando,
en lo más profundo de tu ser, oyes una voz que se repite en tu interior como
una serena canción: “Te basta mi gracia”.
De pronto sientes que te encuentras sostenido. Aparece el apoyo que
buscabas justo cuando ya parecía que no había nada que hacer. Has tenido que
experimentar tu nada, tu vacío, tu soledad, tu pequeñez para reconocer con
humildad quien es el único que te puede salvar.
Después de todo lo vivido, quizás te preguntes: “Y
ahora ¿qué será lo siguiente?”. Aunque no lo sientas o no lo veas, te queda la certeza de que
Alguien va contigo, ya no tienes qué temer, estás sostenido y cuentas con su
gracia. ¿Puedes anhelar algo mayor o mejor?.
jueves, 23 de octubre de 2025
“TODO LO VE, TODO LO SABE”
El domingo pasado me subí a San Bartolomé antes de ir a la eucaristía de
la parroquia. Llegué a las 10h y me fui a ubicar delante del Cristo de la
sonrisa, es raro porque suelo colocarme en la segunda o tercera banca delante
del altar. Quizás la luz, que iluminaba a Jesús, me atrajo hasta allí.
Fui con la idea de estar un buen rato de plática con Emeterio. Todas las
mañanas está a la disposición de quien se acerca y cuando entras en la
sacristía es como si se parara el tiempo, te conviertes en la persona más
importante para él, no se preocupa ni del reloj ni de si hay alguien esperando.
Más que hablar creo que buscaba una palabra. No hay vez que no pronuncie
una de esas frases que se te quedan grabadas en el corazón porque es lo que más
necesitas en ese momento. El caso es que no se dio la oportunidad. Una señora
se me adelantó.
Había mucha distancia desde donde estaba hasta la sacristía. Me podía
haber sentado junto a la sacristía esperando mi turno y así también evitaba que
otro se me adelantara pero no lo pensé y me quedé con Jesús.
Como a las 10.40h se abrió la puerta y escuché la voz del que está
encargado ahora de la iglesia. Pasados unos cinco minutos decidí acercarme y vi
que estaba preparando todo para la eucaristía pero ni rastro de Emeterio.
Al día siguiente Emeterio llegó a la librería y tras darme los buenos
días me dijo: “Así que ayer te
encontraste con la puerta cerrada”. No daba crédito. ¿Cómo sabía que yo
había estado ahí si a veces hasta que no estoy a medio metro no me reconoce?.
No le encuentro explicación. Yo no lo vi esa mañana, y de haberme visto no me
hubiera reconocido por la gran distancia que me separaba de la sacristía.
Ya con esto era suficiente pero no quedó todo ahí. El martes volvió a
llegar a la librería y me preguntó: “¿Ya
tienes más paz?”. Ah, no… ¿pero es que también sabía que quería estar con
él y que algo perturbaba mi corazón?. Hizo la pregunta pero conocía mi
respuesta. Esa mañana sí que vi las estrellas al salir de casa. Aún así me
regaló la bendición de San Francisco antes de marchar: “Que le Señor te bendiga y te guarde, te muestre su rostro… que el
Señor te conceda su paz”. La pronunció mirándome a los ojos, de forma
pausada y con tanto cariño que mis ojos se iban aguando cada vez más.
Una anécdota para recordar que Dios todo lo ve y todo lo sabe. Conoce
nuestra intención, lo que ronda nuestro corazón, lo que necesitamos, lo que
deseamos, lo que buscamos… conoce nuestros miedos, nuestras batallas, nuestra
historia, lo que nos preocupa… Se vale de los otros, de los acontecimientos… para
recordarnos que nos quiere, que nos acompaña, que nos sostiene, que no estamos
solos.
No pude compartir con Emeterio el domingo, al final no fue necesario. El Señor
sabe qué es lo que más nos conviene y eso es lo que nos ofrece. Esperar que se
nos dé de una determinada manera nos puede cegar al regalo que nos tiene
preparado. No hay nada como acoger y abrazar las contrariedades como vienen
porque definitivamente ahí también está el AMOR.
Todo lo ve, todo lo sabe y porque nos conoce nos da en cada momento lo
que necesitamos para unirnos más a Él.
lunes, 20 de octubre de 2025
“BUSCANDO UNA LUZ”
Esta mañana al salir a la calle, como tantos otros días, miré al cielo. Quería ver las estrellas pero no fue posible. Las calles estaban alumbradas todavía por las farolas pero allá arriba se veía todo muy cubierto. Al salir de la eucaristía he visto que se había echado una gran niebla. ¿Cómo iba a ver las estrellas?.
Así nos pasa muchas veces en la vida. Queremos ver al menos un rayito de
luz en medio de tanta oscuridad y nos quedamos solo con el deseo.
Todos vamos en camino. Unas veces lo sentimos más llano e iluminado,
otras con más pendiente y más oscuro. En ocasiones nos sentimos y vamos muy
acompañados, en otros momentos nos encontramos solos o con muy poquitos apoyos
humanos.
Pienso en el momento de la muerte, ese tránsito que, por mucha gente que
haya alrededor, hay que realizarlo solo. Pero pienso también en otras etapas
del camino.
Por supuesto que son importantes las personas, te podrán apoyar, animar,
consolar… pero nadie va a hacer el camino por ti y tú eres quien debe dar los
pasos. Un buen día te ves sumido en una oscuridad tremenda, se te desarman tus
seguridades, te fallan los otros. ¿En quién te apoyas entonces?. Hoy el
sacerdote en la eucaristía decía: “Están
bien las realidades humanas y materiales pero siempre y cuando no vivamos
apegados a ellas, nuestra confianza tiene que estar puesta únicamente en la
providencia de Dios”. Es en estos momentos en los que parece que todo se
vuelve oscuro cuando sientes la invitación a poner los ojos y el corazón sólo
en Jesús y seguir únicamente su voz y sus pasos.
No sé tu pero yo esos momentos de oscuridad, soledad, dudas, confusión…
prefiero verlos como una etapa de purificación en la que el Señor lo que quiere
es atraernos con su amor, y lo hace por amor y porque sabe qué es lo que más
nos conviene. Y aunque sea doloroso, también es necesario para desapegarnos de
tantas realidades terrenas y poder vivir en libertad.
Seguir a Jesús es compartir y vivir con Él los momentos de gozo
desbordante en su entrada a Jerusalén pero también los de rechazo,
incomprensión, juicios, golpes, soledad… No es fácil, no es un camino romántico
y con flores de todos los colores. Es un camino en el que el eje transversal es
el amor pero en el que si deseamos identificarnos con Cristo vamos a vivir de
todo pero con la confianza de saber que NO ESTAMOS SOLOS. Otros muchos han
recorrido este camino, cada uno de una manera particular y distinta. Si han
podido llegar a la meta ha sido porque tenían claro a dónde iban, quién les
guiaba, quién les acompañaba y sostenía.
Que en los momentos de consolación no bajemos la guardia, alegrémonos,
gocémonos, demos gracias pero seamos conscientes de que algo no muy grato puede
estar por llegar y ahí hay que mantenerse.
Y en los momentos de desolación no perdamos la esperanza. Perseveremos y
sigamos confiando porque de eso, más que seguro, saldremos fortalecidos. Puede
parecer un tiempo de estancamiento pero nada de eso, quien lo supera da un paso
de gigante en su crecimiento.
Que siempre y en todo momento sigamos buscando y siguiendo la LUZ.
jueves, 16 de octubre de 2025
“TE BUSCO A TI”
Hace
un par de días llegó una persona a la librería. Le miré y le pregunté: “¿Qué buscas hoy?”. Sin pensarlo
contestó: “Te busco a ti”. Buf… me
entró la risa y rapidito respondí: “Que
nooooooo, que a quien buscas es al Señor”. A lo que él dijo: “Sí, busco al Señor pero lo busco en las
personas”. No estaba siendo una buena mañana para él. La voz quebrada y sus ojos
aguaditos lo delataban. En momentos así todos dejamos aflorar nuestra
fragilidad, nuestra limitación, nuestra dependencia. Y hasta los más grandes,
los que parecen más fuertes, se desarman y caen rendidos ante su propia verdad.
Todavía
sigue resonando en mi interior ese encuentro, esa conversación. Creo que todos,
consciente o inconscientemente, buscamos al Señor. Nuestra alma anhela al
Señor, fue creada por Él y tiende a Él. Pero no se por qué extraña razón,
cuando la búsqueda es consciente, se tiende a ir hacia fuera, como si se
tratara de una realidad ajena a nuestra
vida que hay que alcanzar, conquistar, y a la que se accede haciendo grandes
esfuerzos, recorriendo kilómetros, cumpliendo ciertas exigencias.
Unos
lo buscan en la naturaleza, otros en el templo, otros en los libros, otros en
las personas… pero no siempre lo encontramos, peor aún cuando lo andamos
buscando en los otros (en quien veíamos reflejado el rostro y corazón de Cristo,
un día puede hacer o decir algo y cáersenos todos los esquemas). Todo es bueno
que pase porque así vamos purificando nuestra idea de Dios.
Esta
mañana después de la eucaristía me encontré con una religiosa. Me contó que venía
mirando al cielo y, viendo la luna y un lucero, se preguntó: “¿Cómo un Dios tan grande se ha abajado hasta
nosotros?”. A lo que le contesté: “No
solo eso, además te ha llamado, te ha elegido… ¡Cómo te ama el Señor!”. “Ay sí,
como me ama” fue su respuesta.
Hasta
lo más hondo se ha abajado, hasta lo más profundo de nuestro ser, ahí está, no
hay que ir más lejos, no hay que hacer más cosas para encontrarlo. La luna, el
sol, las personas, las celebraciones… todo eso está muy bien pero hay una
realidad accesible y común a todos y es el propio corazón. Allá está y ahí
podemos encontrarnos con Él.
martes, 23 de septiembre de 2025
“LAS CARTAS PRIVADAS DE…”
En el mes de junio hice un curso
con los carmelitas de Centroamérica que llevaba por título: “La noche oscura vivida y enseñada por San
Juan de la Cruz”. El carmelita en una sesión mencionó la noche oscura que
vivió por treinta años la madre Teresa de Calcuta y nos remitió al libro: “Sé mi luz”. Providencialmente, un par
de semanas después, una clienta lo solicitó en la librería y como no lo
teníamos hubo que pedirlo. El libro sólo pasó por mis manos y no hice el menor
intento de pedir otro para mí.
Cuando en septiembre regresé de
vacaciones, me encontré el libro sobre la mesa de las novedades y ahí me dije: “Entendido, te llevo para casa”. ¡Qué
curioso!, comencé a leerlo y a los días estábamos cantando en la adoración “Se mi luz, enciende mi noche”.
El subtítulo del libro es: “Las cartas privadas de la santa de Calcuta”.
Y ahora viene otra anécdota. Ayer en la mañana estuve en la habitación de una
religiosa a la que quiero mucho. No sabiendo qué ofrecerme me dio todo lo que
tenía: Su corazón. Me mostró un montón de fotos y… me leyó cartas que ella
había escrito en distintos momentos de su vida, todas encabezadas con: “El Señor es mi pastor nada me falta”. Me
emocionaba solo el pensar que en casa estos días estoy leyendo las cartas
privadas de la madre Teresa y ayer, en vivo y en directo, escuchaba a una
religiosa leerme sus propias cartas en su cuarto. ¡Qué regalazo!.
También ayer el evangelio nos
hablaba de la lámpara que no puede estar escondida. Pienso en esta religiosa de
más de ochenta años, en tanta gente mayor, o enferma… Mientras hay vida hay luz
porque la Luz está donde hay vida. Cada uno tiene su propia luz, su propia
llama… unos más que otros. No se trata de compararse, de envidiar al que da más
luz ni de forzar lo que no se es porque en vez de lucir podemos quemarnos con
nuestra propia luz. Cada uno tiene que estar en su lugar, en el que
corresponde, en el que el Señor desea y dejar que Su Luz sea. Si estamos unidos
a la Luz, la Luz brillará. Si no estamos unidos a la Luz, da igual dónde
estemos o lo que hagamos, porque no iluminaremos a otros por muy santo que sea
el lugar o las obras que realicemos.
Tenemos un Dios que nos habla de
muchas maneras y lo mejor es que no se cansa de buscarnos y manifiestarnos su
amor en todas esas “coincidencias” o “casualidades” que vivimos.
Gracias Nati por dejar que su Luz brille a través tuyo y por hacerme
sentir el amor del Señor abriéndome y regalándome tu corazón.
domingo, 14 de septiembre de 2025
“LOS RAYITOS DE LUZ TAMBIÉN HABLAN”
Ayer se dio por inaugurado el nuevo curso diocesano en el monasterio de Valvanera. Subí sin expectativa alguna así que regresé más que rebosante por la experiencia vivida. Fue un día bello, totalmente dirigido por el Señor, no imaginé todo lo que podía pasar.
Entre la multitud de anécdotas
hoy quiero resaltar una porque me conectó con algo en lo que llevaba dos días
meditando. Después de la bendición final, todos agarraron buses y coches para
regresar, nosotros optamos por quedarnos y bajar al río para pasear un rato.
Una bendición ir compartiendo entre el canto de los pájaros y el sonido del agua
que descendía a nuestro paso. En un momento hice parar a los que iban delante
para que admiraran lo que acontecía frente a ellos. Los rayos de sol se abrían
paso entre las ramas para alcanzar el camino. Espectacular el paisaje que
teníamos delante de nuestros ojos. Fue cuestión de segundos pero un regalo, un
guiño del Señor, a mí al menos me hizo sonreír, admirar y agradecer lo que se
nos ofrecía.
Ahí afuera percibimos muchos
atisbos de su amor, de su Presencia, pero corremos el riesgo de quedarnos en lo
externo, en lo que nuestros sentidos pueden percibir. Nos quedamos con “los
caramelos” que el Señor nos ofrece, saboreándolos y recordándolos cuando ya no
están, y no son otra cosa que obstáculos para encontrarnos con Él.
Por mirar los rayos dejamos de ver
el sol. Y habrá quien diga: “Es que si
miro el sol me voy a quedar ciego”. Precisamente la ceguera de todo lo que
nos rodea y de lo que nuestros sentidos perciben es la que nos va a permitir el
encuentro con solo Dios. Bendita ceguera que nos impide ver las realidades
inmediatas para poder encontrarnos cara a cara con el Creador.
Por supuesto que hay que agradecer
los pequeños regalos pero también hay que dejarlos ir porque hay un camino que
espera ser recorrido. Esos regalos manifestados en afecto o reconocimiento de
las criaturas, acontecimientos, expresiones de la naturaleza, frutos cosechados
con nuestro trabajo… nos hablan de Dios pero no son Dios. Y sí: “¡Cómo se
agradece todo eso!”. Pero dejan de ser reales en cuestión de tiempo al igual
que desaparecieron ayer los rayos de sol en cuestión de segundos.
Esos rayitos se presentan sin
esperarlos pero en ocasiones los buscamos en la compañía, en las palabras o en
el cariño de una persona, en el bienestar que sentimos en una celebración o en
una reunión, en la paz que nos reporta… Queriendo tenerlo todo pretendemos
atrapar o poseer esos rayos fugaces que se van igual que llegaron.
Que Su Luz se intensifique y nos
atraiga cada vez con más fuerza de manera que los rayos de luz que nos ofrece
no nos deslumbren hasta el punto de quedar anclados en ellos.
Que tengamos el valor de
renunciar, de dejar ir, todos esos pequeños regalos que nos hablan de su amor
pero que no son Él. Nos llenan de gozo, alegran nuestra alma, pero en el fondo
pueden distraernos y enredarnos alejándonos de Él. Que caigamos en la cuenta de
que nos gustan y a veces podemos incluso desearlos pero la realidad es que no
los necesitamos para llegar a Él, para encontrarnos con Él.
Y que no temamos la ceguera fruto
de tener el valor de poner nuestra mirada y nuestro corazón solo en Él.
sábado, 6 de septiembre de 2025
"QUERER SER IGNORADOS Y TENIDOS EN NADA"
Esto es algo propio de Santa Teresita. El otro día estuve meditando sobre ello.
La verdad es que cuando no se tienen dones y talentos es fácil ser ignorado y que a uno no le tengan en cuenta. Puede vivirse con sufrimiento el no tener cualidades, el verse menos al compararse con otros pero también puede ser aprovechado y vivirse como un medio de identificación con Jesús que sufrió el rechazo, la exclusión, la injusticia… Si la meta es la identificación con Jesús, es una bendición pero para verlo así hay que tener los ojos muy abiertos, el entendimiento muy despierto, conocer a Jesús y desear amarlo más y más.
Pero… ¿Qué pasa cuándo el Señor en vez de cero talentos te ha dado 10, 20 o incluso 100 talentos?. ¿Cómo poder ser ignorado o ser tenido en nada por otros cuando ha puesto en ti una luz que difícilmente se puede ocultar o apagar?.
Si te ha dado 10, 20… o 100, hay que ponerlo a producir. Sería negligencia y omisión esconderse y no entregar eso que gratis has recibido. Y entonces te preguntas: ¿Cómo ser ignorado y tenido en nada?. No te preocupes, ya vendrán los momentos y las personas que, desempeñando su rol, te ayudarán para que te sientas juzgado, ignorado, ninguneado, solo…
Bendice y da gracias a Dios por lo que te ha dado, ponlo al servicio del prójimo sólo por amor a Él. Lo demás vendrá sin buscarlo, cuando no lo esperes y cuando humanamente menos lo desees.
Llegado el momento en el que, las circunstancias o los otros, rechacen tu luz: “Entrégale todo a Jesús, abrázate a Él en la cruz, sonríe y sigue dando gracias porque es entonces cuando te rodea con sus brazos para fundirse contigo. Todo es bendición para aquellos que aman a Dios.
domingo, 31 de agosto de 2025
"PONER CADA COSA EN SU LUGAR"
Es importante, para la buena convivencia, poner cada cosa en su lugar pero también por uno mismo porque el orden externo nos ayuda a vivir en equilibrio y con armonía.
Cada uno también tenemos un lugar que ocupar. A veces asumimos compromisos o responsabilidades que no nos tocan porque no tenemos las competencias para realizarlos o porque ya se cumplió el tiempo y es momento de asumir otros proyectos y ocupar otro espacio.
Si cada uno se responsabilizase de ocupar su lugar, no habría espacio para la competencia, la rivalidad...
Si cada uno se centrase en ser la pieza del puzzle que Dios ha pensado para él o élla, no habría motivos para la ira, la envidia, el enfrentamiento, el rencor...
Ni ocupar el espacio que no me toca ni dejar de hacer lo que me corresponde.
El corazón, como la vida, también anda muchas veces en otros lugares, distraido con otras cosas, anhelando otros tesoros. La única manera de que ocupe su lugar es tenerlo presente en lo que está aconteciendo. Lamentar lo que ya pasó, lo que no se tiene en ese momento o desear lo que está lejos, lo que ya no es posible, lo que no toca, es vivir con el corazón desconectado de la realidad presente.
Que en cada momento y situación nuestro corazón esté presente, abierto a acoger lo que venga, dispuesto a dejarse sorprender y a darse. No hay otra forma de llegar a la santidad que vivir presente en el presente y colmarlo todo de amor.
miércoles, 27 de agosto de 2025
“UN ÁNGEL DE NOMBRE MARINA”
Se hizo la hora de decir adiós para regresar a España. Me sentía con
fuerza, feliz, y con el corazón más grande de tanto amor recibido. Me extrañaba
no estar en llanto tras la despedida, y mientras llegaba el momento de subir al
avión.
Una vez sentados todos, el avión comenzó a deslizarse sobre la pista para
ocupar su lugar. Estaba sentada en la tercera fila detrás de la salida de
emergencia. Veía a la azafata desde mi asiento. La miré seria, con los ojos
fijos en el aeropuerto y pensativa. En mi oración pedí por toda la tripulación
pero especialmente por ella, así lo sentí. (Necesito hacer este paréntesis. En
este momento que estoy escribiendo
llevamos ya siete horas de vuelo, siento una mano que me toca, es élla,
la azafata, no me lo puedo creer. Agachada junto a mí me sonríe y pregunta si
estoy bien. Asiento con mi cabeza. Le cuento que tengo un blog y que justo en
este momento estoy escribiendo sobre ella. Se sonríe de nuevo. El angelito
sigue pendiente de mí. Me pregunta si quiero tomar algo y le pido un vaso de
agua. Le pregunto su nombre: “Marina”. Regresa tres minutos después y en lugar
de un vasito con agua me trae un bric de agua, je, je, seguro que es de los que
dan en primera clase pero el Señor también me quiere “chinear” a mí en este
viaje).
Sigo con la historia. Cuando el avión comienza a tomar velocidad empiezo
a llorar sin poder parar. En ese momento también pienso en todos mis compañeros
de viaje, casi el cien por cien hondureños, ellos dejan papás, hijos… Yo al fin
y al cabo voy al reencuentro con mi familia, amigos… pero también tengo en
Honduras una gran familia y tengo derecho a llorar y me doy el permiso.
En medio de mis pensamientos y lágrimas volteo a ver de nuevo a la
azafata, tiene ahora sus ojos fijos en mí, y en su mirada y en su sonrirsa
percibo una gran ternura.
Mi compañera de asiento también se percata de mi tristeza. Cuando giro la
cabeza la miro también con los ojos aguados y una lágrima comienza a rodar por
su mejilla. Le agarro fuerte su mano y no se la suelto hasta que ya el avión ha
agarrado altura. Pasados unos diez minutos y ya un poco más calmada, la azafata
se agacha junto a mí y me agarra el brazo. La abrazo, le doy un beso y las
gracias. Se ofrece a ayudarme en lo que necesite. Le vuelvo a agradecer y al
ratito viene con un vaso de agua.
Dos horas después llega la comida y con élla mi angelito que vuelve a
preguntarme como sigo.
Termina el viaje. Abren la puerta delantera y la de atrás para poder
salir. Avanzo más rápido si salgo por atrás pero quiero despedirme de Marina.
Me acerco hasta ella y con mi abrazo y mi agradecimiento le entrego una
tarjetita que le he escrito.
Marina, si lees estas líneas, espero que sea un bonito homenaje a tu
entrega silenciosa y dulce. Gracias a ti y a todas las personas que como tú
humanizáis el trabajo que realizáis.
Y gracias a Dios por las veces que se sirve de ángeles disfrazados de
niños, jóvenes, adultos o ancianos, para mostrarnos su amor y experimentarlo,
para recordarnos que está ahí, que nos acompaña y nos sostiene.
jueves, 21 de agosto de 2025
"¿POR QUÉ VAS A HONDURAS?"
Dos días antes de venir escuché esta pregunta. No recuerdo que respuestas di, todas válidas por supuesto pero no me quedé conforme con lo que dije. Al día siguiente la pregunta seguía resonando en mi interior. Sabía que tenía que llegar a algo que todavía desconocía. Y caí en la cuenta.
Volvemos a aquellos lugares que hemos sentido como nuestro hogar y en los que nos hemos encontrado como en casa Es bonito escuchar que te digan: "Ésta es su casa", o encontrarte en un lugar y sentirte como en casa porque todo sigue igual, porque pareciera que no ha pasado el tiempo, que ese es tu día a día, y que todo lo vivido con anterioridad, pareciera formar parte de un sueño.
Podemos extrapolar esta experiencia a cualquier realidad, incluso a nuestras parroquias. Todos aquellos que un día estuvieron y ya no llegan, volverán si en sus comunidades se sintieron un día como en casa, lo que no quiere decir que nos quedemos de brazos cruzados esperando a que ese momento llegue.
Tenemos el compromiso, los que estamos dentro, de contribuir en la acogida de los que regresan y más aún, de crear espacios que sean verdaderos "hogares". Hogares donde la persona se sienta querida, acompañada, tenida en cuenta... ¿Puede haber algo más atractivo que un grupo de personas que sean testimonio vivo de fraternidad, solidaridad, compasión, alegría...?.
Vayamos más allá. En esta vida somos peregrinos. Cualquier hogar en esta tierra es temporal. Salimos un día de casa para habitar en este planeta y a casa regresaremos. ¿Por qué habría que tener miedo de ir a la morada definitiva cuando allá vamos a encontrarnos con todo lo que nuestra alma anhela?.
Mientras tanto disfrutemos y agradezcamos a Dios por todos esos brazos que se abren para acogernos y recibirnos en sus casas, por todos esos hogares que ha dispuesto para hacernos más fácil el camino, por todas las "Betanias" en las que uno puede descansar, reponerse del "viaje" y ser como es.
Y que nosotros también dispongamos nuestro ser y nuestro corazón para hacer de nuestras vidas hogares de acogida para otros.
miércoles, 30 de julio de 2025
“¿QUÉ PERLA PREFIERES?”
En
nuestra vida podemos ir atesorando pequeñas perlas finas. Te invito a que
pongas nombre a esas perlas, te ayudo con algunos ejemplos: “Alabanzas, afectos de las criaturas,
títulos, salud, cosas materiales, aplausos, trabajo, éxito, cualidades…”.
Si
tuvieras que elegir entre un montón de perlas pequeñas, finas y preciosas o una
de gran valor ¿con cuál te quedarías?.
Si
esas perlas finas pierden su brillo, tememos perderlas o desaparecen de
nuestras vidas, surgen la tristeza, el enojo, la frustración, la impotencia, la
incomprensión. Poner en ellas la confianza, la seguridad, la esperanza o la
felicidad, es una pérdida de tiempo, es necedad.
Pudiendo
tener la “PERLA” nos contentamos con un montón de perlas brillantes pero muy
chiquititas. La suma de todas las perlas finas que podemos acumular no se
iguala con el valor de la gran “PERLA”. Es más, la “PERLA” no hay peligro de
perderla, permanece.
¿Queremos
seguir atesorando perlitas?. Elegir la “PERLA” supone renunciar a ese montón de
perlitas, las que están y las que deseamos. Hay que optar. ¿Somos capaces de
entregarlas todas para quedarnos con la “PERLA”?.
Cada
vez que sufres, plantéate si no es porque has perdido una perlita o temes
perderla. Tu atención y tu corazón andan centrados en ella y no ves más allá.
Cuando
las situaciones adversas aparezcan, recuerda que tienes una PERLA preciosa de
valor incalculable, y dirige tu mirada y tu corazón hacia ella. Deja
ir esas perlitas, ponlas en Sus Manos. Preséntate ante Él con las manos vacías,
porque la realidad es que es una falsa ilusión creer que posees algo. La
realidad es que nada tienes, nada te pertenece, ni siquiera tu vida. Extiende
tus manos, una PERLA de gran valor se ofrece y desea ser recibida.
jueves, 17 de julio de 2025
“NO ENTIENDO NADA”
El otro día entró un señor en la librería diciendo una y otra vez: “No entiendo nada”. Estaba abrumado por
una situación que estaba viviendo en su parroquia. Fue a buscar consuelo en un
religioso y para colmo ya se había ido de la ciudad para no volver. A su “no entender” se sumó
otro “no entender”.
He escuchado a otros desde ese día con la misma canción: “No entiendo nada”. Y la mayoría lo
viven con sufrimiento. Queremos tener todo bajo control y todo se nos escapa. Nuestro
entendimiento es incapaz de abarcarlo todo.
Ante las circunstancias inesperadas que sobrevienen no hay muchas
opciones, de nosotros depende cuál escoger. De la elección dependerá el
seguirnos enredándonos, hundirnos o volar.
Hay quien opta por enojarse con Dios, con todos y consigo mismo.
Otros prefieren negar lo que sucede, no querer verlo, pensar en otras
cosas o huir buscando alternativas que satisfagan los propios deseos o colmen su
vacío.
Si se nos ha regalado el don de la fe, contamos con la opción de
trascender “eso” que decimos no entender. La unión con Dios no la lograremos
por el entendimiento, ni por los sentimientos, ni por los gustos. Hay que dar
un paso adelante. Abandonarnos. Rendirnos. Acoger y abrazar “eso”. Dios sabe lo
que hace y todo lo hace bien. No se trata de entender sino de confiar en que
todo forma parte de un plan de amor y “eso” es necesario.
¿Qué más da si entiendo o no?. ¿Es cuestión de razonamiento o de
confianza?. ¿Es cuestión de control, o de abandono y aceptación de la voluntad
de Dios?. ¿Es cuestión de cabeza o de corazón?.
El sábado no tuve otra opción que participar en una eucaristía de
principio a fin en eusekera. Se lo estaba contando la otra mañana a un
sacerdote y su pregunta fue: “¿Y ya te
enteraste de algo?”. Respondí: “De lo
principal, que Jesús estaba ahí”. Tras eso, se hizo el silencio.
El don de la fe te permite dar el salto. Quizás no haya que entender
todo, a lo mejor no es necesario ni siquiera entender un poquito. Te abandonas
y, cuando te das cuenta, ya estás volando.
domingo, 13 de julio de 2025
“¿QUÉ MÁS DA EL LUGAR?”
El lugar en el que estás es el que el Señor quiere para ti en este
momento. El lugar tan solo es un medio, un medio para amarle, servirle y acoger
su amor. Visto así… ¿Qué mas da el lugar?. ¿Acaso no está ahí?.
Hacer su voluntad pasa también por acoger ese lugar que Dios ha dispuesto
para ti: Una habitación de hospital, una residencia de mayores, un trabajo, una
parroquia, la celda de una prisión o de un convento, la casa y a las personas
con las que convives…
En ese lugar en el que estás, también está Él.
A veces pensamos o anhelamos otros lugares, los consideramos incluso más
perfectos y no terminamos de aceptar aquel que el Señor ha dispuesto para
nosotros. Renegamos, nos quejamos y a veces huimos buscando otros escenarios en
los que poder satisfacer nuestras necesidades o llenar nuestros vacíos.
El lugar es el que es, éste es el que nos toca en este momento.
El lugar es relativo, es transitorio, como todo lo demás. Todos somos
peregrinos en esta tierra y tarde o temprano ya no estaremos donde ahora
permanecemos.
En esos espacios concretos, en los que nos movemos en el día a día, somos
invitados a realizar nuestra misión, a encaminarnos a Él, a “pegarnos” más a Él,
a perseverar aunque aparezcan dificultades, a esperar y darlo todo mientras no
disponga otra cosa.
Ese lugar en el que estamos es el que Él ha pensado para nosotros en este
momento, es el ideal para que su voluntad sea por medio nuestro. Abrazarlo y
acogerlo es abrazar y acoger a Jesús y la voluntad del Padre, es abandonarnos,
dejarnos amar por Él.
Amar ese lugar, y ofrecer nuestra alma, nuestra vida y nuestro corazón en
él, es amar a Dios.
sábado, 28 de junio de 2025
“LA ENCERRONA DE ANTONIO”
Ha tenido que fallecer Antonio CMF para que aquellos jóvenes de hace 30
años nos volviéramos a encontrar, compartir y celebrar, y providencialmente en
la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús.
Abel CMF, repitió en varias ocasiones que “Antonio nos había tendido una
encerrona”. El comentario nos hizo sonreír a todos porque creo que así lo
sentimos.
Fueron años de crecer a todos los niveles y de tomar decisiones
cruciales, y en medio de todo ello estaba Antonio. Con el tiempo, cada uno
agarró su camino y nos fuimos dispersando como grupo.
En este reencuentro hubo recuerdos de anécdotas, de buenos y difíciles
momentos compartidos, de experiencias… pero sobre todo una gran mezcla de
emociones.
Se repitió varias veces que con Antonio siempre nos perdíamos y eso
suponía un montón de kilómetros extra sin embargo siempre llegábamos a nuestro
destino. Creo que como grupo y a nivel personal, Antonio tenía muy claro hacia
dónde quería llevarnos y a cada uno nos orientó proponiendo aquello que más nos
acercara a Él según nuestra realidad y nuestros deseos más profundos.
Ayer el Señor, por medio de Antonio, se sirvió para que todos volviéramos
“a casa”, para que recordáramos qué es lo realmente importante, hacia dónde
debemos mirar y hacia dónde caminar, cuál es la Fuente que realmente puede
saciar nuestra sed de plenitud.
Antonio nos señalaba el Sagrado Corazón de Jesús. Ahí estaba ese Gran Corazón
desbordando todo su Amor y a la espera
de encontrarse con algún corazoncito dispuesto a abrirse, acogerlo y abrazarlo.
Si hemos acertado o no con las decisiones tomadas, si estamos cerca o nos
hemos alejado… No es momento de aplaudirnos, de culpabilizarnos, de alegrarnos
o entristecernos. Es una oportunidad para pararnos todos, ver dónde estamos,
preguntarnos qué o quién es el centro de nuestra vida, hacia dónde caminamos…
Vivimos un ritmo desenfrenado, y entretenidos en un sinfín de actividades.
Necesitamos estos pequeños “toques” que nos zarandeen un poco y nos hagan
encontrar la señal que nos ubique otra vez en el camino y nos lleve a la meta.
Ahora el testigo está en nuestras manos. Independientemente de nuestra
realidad la invitación es para todos la misma: “Vivir pegados a Jesús porque es
el único que puede dar sentido a nuestras vidas y colmar nuestros deseos más
profundos”… como lo hizo Antonio y tantas y tantas personas que hemos conocido.
Y no nos cansemos de dar gracias a Dios por todos aquellos que con la entrega generosa de su
vida nos han acercado más a Jesús.
domingo, 22 de junio de 2025
“ESCRIBE UNA CARTA”
La semana pasada hubo peregrinación a Lourdes. Desde la parroquia se nos
ofreció la oportunidad de escribir una carta a la Virgen. Me pareció una
ocurrencia divertida del Espíritu y no la desaproveché.
Me pregunté – “¿Qué le digo a María?”. Siempre digo que es “mi gran
olvidada”. Estoy más que segura que tú, que estás leyendo estas líneas, la amas
más que yo.
Reconozco que ha estado presente siempre en mi vida y me ha acompañado en
mi camino de fe: “Corazón de María”, “Suyapa”, “Guadalupe”, “Milagrosa”, “María
Auxiliadora”, “Virgen del Carmen”.
Nos han enseñado que María nos lleva a Jesús. En mi caso siento que María,
presente siempre, se ha “apartado” desde el principio para que mi atención, mi
mirada y mi corazón estuviesen puestos sólo en Jesús. Y cuando la miro, rápido
me reubica y resuena en mi corazón el “ocúpate de Él”.
Con todo esto podrás entender que mi carta fue un contar mis cosas, un
agradecer… Y en cuanto a pedir… sólo por ti, nada para mi, porque… ¿Qué puedo
pedir a quien se hace a un lado para que me enfoque sólo en Él?. ¿No es su Hijo
lo mejor que me puede regalar?.
María conoce cada corazón y lo que cada uno necesita. Que Élla interceda
para que los deseos más profundos de tu corazón sean colmados.
jueves, 19 de junio de 2025
“VIVIR PEGADOS A DIOS”
Me recordaba la hermana María, el fin de semana pasado, la importancia de
vivir pegados a Dios.
Éste es uno de mis deseos. Deseo vivir pegada a Él hasta el final, que
nada se interponga entre Él y yo.
Deseo vivir pegada a Él cada momento, en todo lo que hago, en cada
decisión que tomo.
Deseo vivir pegada a Él para que otros le conozcan, le amen, le sigan, le
sirvan.
Deseo vivir pegada a Él sin importar las consecuencias, aunque otros no
entiendan.
Deseo vivir pegada a Él y así poder hacer frente a las dificultades, a
las pruebas, a las tentaciones.
Deseo vivir pegada a Él para crecer más en el amor y compartirlo a manos
llenas.
Deseo vivir pegada a Él por amor a Él, a los otros.
Que mi única preocupación sea vivir pegada a Él, abandonarme a su voluntad, dejarle ser y hacer en mí, confiar en su infinita misericordia… porque eso es lo
realmente importante, porque eso es lo que irradia a Cristo, porque eso
evangeliza… lo demás se da por añadidura.
Mi querida amiga Nieves se emocionó ayer en la adoración. No sé lo que
vio o sintió, pero yo si sé lo que realmente aconteció y por eso te lo comparto. Una pobre
alma deseando fundirse con su amado y diciéndole desde su pequeñito corazón que desea vivir
pegada a Él.
viernes, 6 de junio de 2025
“SOLO QUIERO TU SANTIDAD”
Hace muchos años que lo conozco pero nunca nos habíamos sentado a hablar. He tomado dos veces café con él. La primera vez me propuso un proyecto
muy bonito. Se puede ayudar a mucha gente y es un medio de evangelizar. Ya de
primeras mi corazón ni se inmutaba y para mí es muy importante el cómo resuenan
en él las invitaciones. Peor cuando me dijo que el día de mañana habría mucha
gente que estaría muy agradecida conmigo por el bien que les hubiera podido
hacer. Algo feo se me revolvió por dentro.
El caso es que el segundo café era para darle una respuesta. No me anduve
con rodeos, no sé poner flores cuando tengo que decir que no, prefiero ir
directa al grano. De todas formas si tarde o temprano vas a decir “no”, cuanto
antes mejor. No tuve que justificarme, tampoco me pidió explicaciones, tan solo
dijo en varias ocasiones: “No te preocupes, yo solo quiero tu santidad”.
Personas así vale la pena tenerlas cerca y como amigas. No trató de
convencerme. Sin saber qué ronda en mi corazón y en mi alma respetó mi decisión
y entendió que mi camino es otro. Eso supone que no va a poder contar conmigo,
que tendrá que seguir buscando quién se sume a su proyecto, pero sabe que si es
de Dios saldrá y pondrá a la/s persona/s con las que llegar a realizarlo.
Son un tesoro esas personas que te dan libertad para ser tú… personas que
te aceptan y asumen tus decisiones aunque eso les suponga no tenerte en su
equipo o incluso perderte… personas que aunque no entiendan la forma o el
camino por el que el Señor te lleva, desean tu santidad por encima de sus
intereses particulares.
Eso es amor verdadero, amar al otro tal y como es, tal y como está.
viernes, 30 de mayo de 2025
“NO SUFRAS… ES LA PUERTA”
¿Cuántas veces has visto o vivido las circunstancias adversas como una
fatalidad, un castigo, un problema?.
Decía el otro día un carmelita: “La
noche oscura es el camino estrecho del Evangelio por el que nos invita Jesús a
caminar”.
Hay infinidad de situaciones que podemos vivir como noche oscura pero voy
a referirme a ésas que no provocamos sino que nos vienen dadas sin buscarlas.
En esas noches pueden surgir el rechazo, la culpa, la impotencia, la
frustración… tocamos de cerca nuestra pequeñez, nuestra limitación, nuestra
dependencia, nuestras heridas… Podemos llegar a angustiarnos y desear salir
cuanto antes porque lo vivimos como algo negativo, algo que hay que superar,
algo que rompe nuestros esquemas o proyectos, algo que nos hace perder el
control… En realidad nos pone frente a nuestra verdad.
Esa noche, desde la fe, es una bendición. El Señor se vale de ella para
encontrarse con nosotros, para que le abramos nuestro corazón y le permitamos
llenarnos con su amor.
Esa noche, desde la fe, es la puerta pero nosotros tenemos la llave. Una carmelita me enseñó hace unos días una puerta y me dijo: “Fíjate en esta puerta, solo desde dentro puede abrirse". Nuestro corazón también tiene una puerta que solo desde dentro se abre. Si no le abrimos al Señor, con independencia de lo que estemos viviendo, seguiremos girando en torno a nosotros y nuestras circunstancias o “desgracias”.
Esa noche, desde la fe, es una oportunidad de crecimiento, de unirnos al
Señor, de poner nuestra mirada y todo nuestro corazón sólo en Él.
Resistirnos, negar, rechazar, luchar… es ponernos en el centro. Así no
hay manera de salir.
Agradecer, reconocer y aceptar nuestra pequeñez, nuestra limitación,
nuestra miseria, y abrir la puerta al Amor es la única manera de que se
produzca el encuentro, la unión, y podamos vivirlo todo en plenitud.
Él quiere iluminar esas zonas de sombra, sanar nuestras heridas, cubrir nuestras carencias.
El Amor no se cansa de buscarnos porque quiere llenarnos, aprovechemos
todas las situaciones que se nos presenten para dejarle ser y hacer en
nosotros.
domingo, 25 de mayo de 2025
“SE LO MERECE”
Al terminar ayer la eucaristía alguien se acercó a preguntarme: “¿Has
dado un abrazo a Sonia?. Se lo merece”. Respondí: “A Sonia siempre la abrazo”. Y Sonia, que alcanzó a escuchar, dijo
riéndose: “Hoy ya tres veces”. No se
me ocurre pensar: “Hoy la abrazo porque se lo merece pero mañana si no se lo
merece no”. Abrazo a Sonia porque es mi amiga, mi hermana, y la quiero mucho.
Mi abrazo lo tiene asegurado triunfe o fracase, haga o no haga… le fastidie o
no, porque la verdad es que dice no ser muy de abrazos pero sé que muy en el
fondo le encantan.
Me levanté pensando en esto. ¿Tengo que abrazar a las personas sólo
cuando se lo merecen, cuando hacen o dicen algo según mis criterios y mis
expectativas?. Confieso que no a todas las personas a las que saludo con abrazo
son de mi agrado y otras sé que no soy de su agrado. No lo hago por hipocresía ni
por ganarme su afecto sino porque creo en el amor de Jesús, ese que me tiene
loca y que me mueve a ello. Hace años otra amiga y hermana me enseñó algo que
me repitió una y otra vez hasta que lo llegué a hacer vida: “Al que no te quiere dale amor”. No hay
día que no me acuerde de esto y tenga que aplicarme el cuento.
Volviendo a lo de antes. Me da mucha tristeza cuando pienso en nuestras
relaciones en términos de utilidad. Te quiero, te abrazo, te agradezco… pero mientras
me aportas algo.
Te admiro, me gustaría contar contigo, tienes muchos dones, encajas
perfectamente en mi proyecto pero no tengo en cuenta la persona que eres, tus
necesidades, tu realidad, tus inquietudes o problemas… solo mis intereses
particulares.
Y si le das la vuelta, crees que los otros te quieren porque te alaban,
han pensado en ti, te aplauden y a lo mejor solo están cerca porque respondes a
lo que esperan de ti. Y un día puedes perder todos los puntos y tu torre de
cristal hacerse añicos. Y los mismos que te aclamaban con palmas, como a Jesús,
te crucifican con miradas y comentarios poco gratos, o simplemente dejan de
contar contigo porque apareció alguien de quien pueden sacar mayor y mejor partido.
Bendito sea Dios que no nos ama en función de nuestros méritos.
Bendito sea el Dios de Jesús que está siempre dispuesto a colmarnos de su
amor con independencia de que respondamos o no a su voluntad.
Bendito sea Dios que nos ama tal como somos y estamos.
Pidamos al Espíritu Santo que penetre su amor en nuestros corazones para
que nos relacionemos como hermanos y no en función de nuestros intereses
particulares.
Y busquemos solo amar a Dios, en todo lo que hacemos y en todas las
personas que se cruzan en nuestro camino.
sábado, 17 de mayo de 2025
“¿QUÉ HAY AL OTRO LADO?”
Voy a contar esta historia con el permiso de la protagonista. Es de
nacionalidad rumana y de religión ortodoxa. Nos hemos encontrado por la calle últimamente
más porque lleva varios meses de baja en su trabajo. Un día la invité a la
adoración de los miércoles en la parroquia y, desde entonces, sólo falta por
razón de fuerza mayor.
El miércoles al terminar, se acercó para decirme que al día siguiente la
operaban. Ayer, después del retiro, me fui hasta el hospital. No podía imaginar
el regalo que me tenía el Señor preparado, te lo comparto.
La encontré cenando. Su cara radiante, sus ojos brillaban. “Ay Gloria, te tengo que contar” – decía
una y otra vez. Quiso dejar la cena y yo le insistí una y otra vez en que
terminara. Viendo su emoción me anticipé
a lo que iba a ocurrir: “Creo que me vas
a hacer llorar”.
Llegó el momento, la escuchaba atenta sentada junto a su cama. Comenzó
contándome de su operación, de que la confundieron con otra paciente del mismo
nombre y la bajaron para operarle de otra cosa después de que ya le habían
puesto la anestesia. Gracias a Dios ella les advirtió de que se estaban
equivocando y pudieron rectificar a tiempo aunque ya llevaba una dosis de
medicación en su cuerpo que no le correspondía.
La operación que tenía que durar dos horas se complicó y duró más de
cuatro. Reacción alérgica y casi se les va. De esto se dio cuenta después
cuando se quejó de que le costaba tragar y le contaron que la habían tenido que
entubar,
Y ya me preguntó: “Gloria, esa
estrella que hay los miércoles entre José y María ¿qué es?”. ¡Qué ternura!.
Me sonreí de la inocencia, de la sencillez, de la humildad. “Si no os hacéis como niños no entraréis en
el reino de los cielos”. Le expliqué lo que era, no sé si me entendió ni si
hace falta que lo entienda. Ella vivió su propia experiencia con “la estrella”
y “la luz” que hay en el centro.
En lo que estaba sedada ella pasó por “la estrella”, atravesó “la luz”. Al principio pensaba “Soy muy grande y el hueco es muy pequeñito”.
Evangelio puro: “La puerta estrecha”.
El caso es que cruzó al otro lado y allá todo era paz, armonía, luz, felicidad…
“¡Qué bien se estaba allí!”. La
escuchas contándolo y te habla de todo verde, los pájaros cantando, las flores…
pero lo mejor es verle la cara, los ojos, la alegría que transmite... te metes
en la escena sin esfuerzo alguno.
Por la luz llegó a la luz y a este otro lado veía montón de caras, unas
conocidas y otras no tanto, y de pronto la reanimaron: “¡Despierta, despierta..!”. Los médicos estaban preocupados y ni
imaginaban que ella se encontraba en el paraíso.
Después del paseo que me dio con la imaginación me despedí de ella. Anochecía
cuando regresaba a casa y volvía con el corazón contento y agradecido. Como Jesús
daba gracias al Padre por haber ocultado estas cosas a los sabios y entendidos,
por revelárselas a la gente sencilla y por hacerme testigo de ello.
domingo, 4 de mayo de 2025
“¿ME AMAS?”

