Un Niño ha nacido y éste no
es un niño cualquiera. Recordamos y revivimos el nacimiento de Jesús y otra vez
se nos invita a acogerle en nuestros corazones y en nuestras vidas.
Abrumados
y obnubilados por las comidas, los regalos, las luces de colores, los adornos,
los turrones o tamales, la imagen, el qué dirán, el aparentar, el no ser menos
que…, las prisas… Aturdidos por todo esto y otras más cosas, podemos pasar por
alto el gran acontecimiento motivo de celebración. Se nos recuerda año tras año
que Él quiere nacer en nosotros pero estamos demasiados ocupados y distraídos para
hacerle espacio y tiempo.
Hay
quienes viven con tristeza, enojo o melancolía estos días. Un ser querido que
no está, discusiones familiares, agobios por las compras, el trajín de las
comidas… y se vuelven a escuchar comentarios del tipo: “Ya tengo ganas de que
pasen estos días”
Si
logramos “pasar” de eso que nos esclaviza y le damos posada, no nos faltará la
paz y la alegría profunda en medio del caos externo que busca abrumarnos y
despistarnos
No
perdamos de vista lo que realmente se celebra. No convirtamos este gran
acontecimiento en una fiesta social donde lo material y lo externo ocupan el
primer lugar
Que
todos los días podamos celebrar la Navidad dando posada en nuestro corazón a
quien desea encontrarse con nosotros
Gracias por esa hermosa reflexión. Jesús renueva en mi cada día, los deseos de que permanezcas siempre em mi corazón.
ResponderEliminarGracias Gloria Dios te bendiga tus escritos alimentan mi fe.
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