Jesús sigue
acercándose a toda persona para tocar su vida y transformarla.
José y María
llegan con el Niño al templo… y hoy Jesús sigue acercándose para encontrarse
con cada uno de nosotros
Ana, una mujer
viuda y de edad avanzada, le reconoce. ¡Qué sensibilidad la suya!. Imagino el
templo lleno de gente y es Ana, una mujer excluida socialmente por su sexo,
estado civil y edad, quien logra ver en ese Niño al Salvador, a Dios mismo
encarnado.
Las falsas ideas
que tenemos de Dios nos impiden descubrirle en nuestra vida, tal y como pasó
entonces. Esperamos la presencia y actuación de un “dios” que premia o castiga,
que va a compensar nuestros esfuerzos, resolver nuestros problemas o solucionar
nuestra situación económica o laboral… un “dios” que nos va a proporcionar
fama, nos va a hacer poderosos o dar larga vida… Queremos encasillar a Dios en
nuestro pobre y limitado conocimiento y entendimiento y… Él siempre es más.
“Él se rebela a la
gente sencilla”… ya lo dijo Jesús. Nos perdemos en la carrera por el saber, por
el poder, por el tener… pero Él no se cansa de salir a nuestro encuentro, de
acercarse a cada uno para tocar nuestra vida y transformarla
Haznos sencillos
como Ana la profetisa y tantos otros que lograron descubrirte en lo pobre, en
lo insignificante, en lo común, en lo humano, en lo pequeño, en lo frágil…
Porque anhelamos ese encuentro que
transforme nuestras vidas
Porque necesitamos ese encuentro para
sentirnos y tratarnos como hermanos
Porque solo ese encuentro va a
llenarnos y dar sentido pleno a nuestra existencia
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