jueves, 24 de septiembre de 2020

“EL SACRAMENTO DE LA RECONCILIACIÓN”

 


Aunque se trata de un sacramento de la Iglesia, cada vez es menos valorado y buscado. Unas veces porque no se entiende, otras porque no se considera necesario, en ocasiones por miedo a ser juzgados, otras veces por vergüenza de pronunciar los propios pecados en voz alta, en algunos casos por experiencias negativas anteriores, por la formación recibida, porque no nos consideramos mala gente y no hacemos daño a otros… Cada uno sabe qué es lo que le impide vivir este sacramento o cuáles son sus justificaciones.

Se da también el caso contrario, el de personas muy escrupulosas que si pueden van todos los días a buscar este sacramento

Lo cierto es que en cualquiera de los supuestos anteriores no se considera como centro del sacramento: la gracia del amor y la misericordia de Dios que se derrama sobre el penitente. Uno mismo es el centro. Y desde el auto centramiento es muy difícil que la gracia de Dios se derrame en nuestras vidas

Una persona sana que va madurando en su fe, que no se queda con la formación recibida en la primera comunión, ni con los rezos aprendidos en su infancia… que busca la intimidad con el Señor a través de la oración, el silencio… que invierte tiempo en el auto conocimiento y desarrollo personal… Es una persona cada vez más consciente de su miseria y su pobreza pero a la vez también de su riqueza y de la presencia de Dios en su interior. A más luz interior más necesidad de que Él habite todos y cada uno de los rincones: limpiando lo que está sucio, sacando lo que estorba y ordenando lo que está fuera de lugar. Y como solos no podemos y necesitamos de su gracia, recurrimos al sacramento de la reconciliación con la fe y la confianza de que hará su obra.

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