En
este momento en el que muchos pueden estar dolidos por el fallecimiento de un
familiar en el hospital sin haberlo podido acompañar, o incluso el que lo hayan
enterrado sin poder participar en ese adiós, es conveniente recordar que: no
venimos solos a este planeta, no estamos solos y nadie muere solo
Su
Presencia es fiel compañera de viaje, lo creamos o no, lo sintamos o no… Está…
permanece…
Si
un familiar tuyo murió y no pudiste estar ahí, no te culpes porque el
Padre Bueno le acompañó a dar el paso y
le abrazó con su amor y misericordia.
Y
si un día te toca llegar a vivir ese tránsito en propia carne sin una presencia
física cercana, recuerda que Él te sostiene y envuelve con su amor, que no
estás sol@, que nadie muere sol@. Abandónate y confía porque por muy
acompañados que estemos, nuestros seres queridos no podrán entender lo que
sentimos o pensamos y tampoco vendrán con nosotros. Ese viaje lo haremos con el
único compañero que siempre ha estado ahí para abrirnos a una nueva vida en su
Presencia y para siempre
Todos tarde o temprano daremos ese paso, es inútil que nos neguemos a reconocerlo, nadie está excluido. La realidad es la que es y nuestro tiempo es limitado. De poco sirve enojarnos con Dios o con la vida, seamos conscientes de nuestra temporalidad, de nuestra finitud… de que un día nos iremos y que aquellos a quienes amamos tal vez se nos adelanten. Nadie nos quita la vida, la vida se termina y esto es así para todos. No se trata de resignarse, de enojarse, de deprimirse, de angustiarse… simplemente aceptemos lo que es y no podemos cambiar.
Un
día llegará ese momento. Ten fe y confía… Nadie muere solo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario