Establecemos relaciones
con los otros en función de nuestros gustos, ideologías, creencias, aficiones…
pero estas relaciones, pasado un tiempo, acaban muriendo
Hay sin embargo otro
tipo de relaciones que maduran y se consolidan. Son aquellas en las que se
comparte desde lo profundo, desde el corazón, desde el lado más humano y a la vez
más vulnerable. Tristemente, por miedo a resultar heridos, no son muchos los
que se exponen.
El compartir lo que
vivimos, nuestros miedos, lo que nos entristece, lo que nos preocupa, lo que
nos enoja, nuestras dudas, lo que soñamos, lo que necesitamos e incluso lo que
Dios hace en nuestra vida… supone un riesgo pero también una oportunidad de
crecimiento para las dos partes
No somos tan diferentes,
quizás externamente sí, pero no en lo profundo. Desde nuestra humanidad
experimentamos carencias, tenemos heridas, pecamos, somos frágiles y
vulnerables, hemos sufrido en algún momento, nos hemos enojado o llorado, hemos
vivido la separación de seres queridos…
Compartir desde nuestro
corazón herido, roto y necesitado también puede sanar otros corazones heridos,
rotos y necesitados. Eso es lo que une… esa es la base de relaciones sólidas,
profundas y duraderas
Ten la confianza y
humildad para abrirte. Te hará bien y serás de gran ayuda para quien te escuche
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