sábado, 24 de octubre de 2020

“…ANDAS NERVIOS@ E INQUIET@ CON TANTAS COSAS”

 

Imagina a Jesús delante de ti que con cariño te mira, y con ternura dice tu nombre a la vez que te recuerda lo nervios@ e inquiet@ que estás con tantas cosas en las que te enredas, con tantas cosas que te preocupan en este momento.

¿Qué es lo que te abruma y quita la paz? ¿En qué o quién estás poniendo tu atención? ¿Cuál es el centro en todo eso que te aturde?

Jesús con sus palabras te acaricia y te invita a volver los ojos a Él. Si mantienes los ojos fijos en Él, si le pones en el centro y no tu vida o “tus cosas” vuelves a recuperar la paz y armonía interna. El problema es cuando nos descentramos.

Cuando Jesús es el centro:

  • Ningún comentario puede dañarte
  • Las actividades y quehaceres se miran de otra forma y se viven con más equilibrio, haciendo lo posible y confiando en que Él se ocupará del resto.
  • El tomar decisiones no debe alterarte pues solo buscas hacer su voluntad y Él te la hará saber en el momento preciso
  • Los acontecimientos no deben perturbarte pues tu confianza y esperanza están puestas en Él que siempre provee con lo que se necesita en cada momento

La clave: “Mantener los ojos fijos en Él”. Si te descentras, vuelve a ubicarte. Haz silencio en tu interior y escucha la voz del Señor que con dulzura y profundo amor pronuncia tu nombre y te recuerda qué es lo realmente importante. 




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