Jesús
fue libre frente a todo y a todos y se confirma en lo que decía, en lo que
callaba, en lo que hacía, en su manera de relacionarse…
Un día un fariseo le
invitó a comer a su casa y Él entró y se sentó a la mesa. Sabía lo que criticaban,
que no estaban de acuerdo con lo que decía, con sus actitudes… Sabía que otros
iban a murmurar por aceptar la invitación… Sabía que podía haber segundas
intenciones
Para Jesús la persona
está por encima de lo que haga, de lo que piense, de sus intenciones por muy mal
intencionadas que sean, de sus actos…
Sólo busca:
- Que todos descubramos nuestra verdadera identidad de hijos amados de Dios y vivamos desde ella.
- Que reconozcamos nuestro potencial y lo pongamos al servicio del prójimo
- Que todos seamos libres, que nos miremos y tratemos como hermanos, que valoremos lo que nos une y no nos distanciemos y dañemos fijándonos en lo que nos diferencia
Lo que a Jesús le
mueve es el amor a Dios y el amor al prójimo al que ve: esclavo de sus
pasiones, perdido entre tantas seducciones, herido y roto por tanto sufrimiento
pasado y presente.
Por eso hoy se sigue
acercando con delicadeza y respeto. No irrumpe de forma violenta sino que
espera a que le invitemos a comer en casa. Sólo Él puede sanar y liberar
nuestro corazón. Sólo necesitamos abrir la puerta y dejarle entrar
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