¿Hacia
dónde vamos? ¿Hacia dónde lleva esta carrera imparable por el tener, por el
poder, por el éxito…?
¿Por qué ver a los
otros como enemigos o amenazas cuando son nuestros hermanos? ¿O por qué verlos
como medios para satisfacer nuestros intereses particulares?
¿Por qué no reconocer
nuestra dependencia, nuestra necesidad de los otros, nuestras limitaciones y
debilidades?
¿Por qué vivir en una
continua zozobra, angustia y soledad por creernos y querer ser autosuficientes
o todopoderosos?
¿Qué nos tiene que
pasar para que abramos los ojos? Parece ser que las guerras, las luchas de
poder o por el tener, los terremotos o huracanes, las enfermedades… y ahora el
COVID-19 no son suficientes.
¿Hasta dónde llega nuestra frialdad para que una pandemia, que se ha cobrado cientos de miles de vidas en todo el mundo y que nos puede afectar a cualquiera, no nos cuestione? ¿Qué más tiene que suceder?
¡Qué triste realidad! Y
es que…
- Avanzamos en la creación de cosas que aparentemente son útiles pero la mayoría nos esclavizan
- Nos relacionamos más a través de la tecnología pero físicamente nos mantenemos distantes
- Pensamos en los intereses particulares pero poco o nada en el bien común
- Hay suficientes recursos en el planeta pero siguen existiendo personas viviendo en extrema pobreza
- Necesitamos sentirnos amados pero nos alejamos de familiares y amigos que ya no piensan igual
- …
Sólo cuando comencemos
a ver lo que nos une por encima de las diferencias es cuando:
- Amanecerá en nuestra vida
- Podremos construir un mundo distinto
- El dolor del otro nos afectará y nos llevará a actuar
- La alegría de los demás será nuestra alegría
- Desaparecerán la angustia, la ansiedad y los miedos
- …
Es hora de despertar… y
urge que lo hagamos YA.
Estamos desconectados nos an alienado mil cosas y hemos despreciado una y la más importante. Nuestra salvación.
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