¿Qué padre o madre puede evitar: el dolor y sufrimiento de su
hijo o que viva situaciones adversas, circunstancias difíciles o pruebas? Quienes
aman a sus hijos están dispuestos a darlo todo, incluso la vida, pero en muchas
ocasiones lo único que pueden hacer por ellos es acompañar, apoyar, animar…
estar.
Muchos creyentes se alejan o enojan con Dios porque no comprenden su manera. ¡Como si hubiera alguien sobra la faz de la tierra capaz de entender tan inmenso Misterio!. Y entre otras cosas se preguntan: “¿Por qué Dios “abandonó” a Jesús cuando más le necesitaba?”, “¿Por qué no hizo algo para evitar las acusaciones, la persecución, las burlas, las humillaciones…?”, “¿Por qué permitió que lo mataran si tanto le quería?”
Dice Jesús: “Como el Padre
me ama así te amo yo”. Está, permanece, te acompaña, te consuela, te
perdona, te fortalece… pero su amor:
- No te va a eximir de vivir situaciones complicadas e incluso dolorosas
- No te va a garantizar una existencia sin tentaciones, sin conflictos, sin pruebas
- No te promete un camino sencillo y con todas las comodidades
Su amor no es solo una creencia. Su amor es real. Su amor
puede ser experimentado. Su amor se hace tangible porque se ofrece continuamente:
en la noche y en el día, en los quehaceres y en el descanso, en el ruido y en
el silencio, en su providencia manifestada en las personas y en los
acontecimientos
Su amor permanece y se te entrega más allá de cuales sean tus
actitudes, tus obras, tus éxitos o fracasos, tu pecado... No tienes nada que
perder y mucho que ganar si te abres a
ese Amor. Se te regala porque le importas y para Él tienes mucho valor. Abandónate
y confía en el Padre Providente que te da cada día lo que necesitas.
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