Si
hay tantas cruces como personas, si cada uno tenemos que llevar nuestra cruz,
¿en qué momento vamos a ayudar al Señor a cargar con la suya? ¡Bastante tenemos
con la nuestra!
En
lo personal la idea de cargar con mi cruz siempre me ha resultado un poco
pesada pero siento que hoy mi cruz ha desaparecido. En el retiro de esta tarde
en la parroquia, en un ambiente de silencio y recogimiento, frente al Santísimo
y viéndote en la cruz comprendí que solo existe una cruz, Tu cruz.
Solo existe una cruz, Tu cruz, una cruz que me invitas a acoger, a abrazar, a amar. Porque quienes se aman lo comparten todo, y se ayudan para aliviarse la carga y hacerse más fácil el camino
Te
ayudo a llevar la cruz cada vez que me abro, acepto y abrazo las contrariedades
de la vida, el no entender, el no saber, la impotencia, la propia fragilidad…
Te
ayudo a llevar la cruz cada vez que alivio el sufrimiento o el dolor del otro:
acompañando, escuchando, estando, consolando, apoyando…
La
cruz no es un peso que la vida o Dios nos echan. La cruz la anda cargando el
mismo Dios y si deseamos, porque nos da libertad, podemos ayudarle a llevarla.
La
cruz no se nos impone, se elige por amor al Amor.
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