¿Cuántas
veces hemos terminado agotados de tanto hacer y el fruto ha sido escaso o nulo?
¿Cuántas veces nos hemos desanimado o frustrado porque los resultados no fueron
proporcionales al tiempo y esfuerzo invertido?
Jesús sube a
la barca de Pedro y le invita a remar mar adentro y echar las redes. Un detalle
importante que no podemos pasar por alto: “Jesús va en mi barca, está conmigo”
¿Soy consciente de su Presencia en mi vida?. Cuando confío solo en lo que
puedo, en lo que valgo, en lo que tengo… poco o nada puede Él hacer. Cuando le
doy cabida en mi barca, mi hacer cambia y los frutos son abundantes.
Una tentación
que puede surgir es resistirnos a dejarle ser y actuar, enredándonos con
justificaciones y “peros”.
Los “peros” de Pedro: “Pero si hemos estado
pescando toda la noche y no hemos conseguido nada”, “Pero si soy pecador”
Nuestros
posibles “peros”: “Pero si no tengo
cualidades para eso”, “Pero si hay otros mejores que yo”, “Pero si ya tengo
muchos años”, “Pero si no me lo merezco”, “Pero si tengo miedo”, “Pero si vivo
enredad@ en otras cosas”, “Pero si estoy enferm@”, “Pero si nadie me escucha”,
“Pero si nadie me conoce”, “Pero si ya he dedicado mucho tiempo a esto”, “Pero
si voy a fracasar”, …
Nuestros “peros” hablan de nuestras dudas y desconfianza de Dios bloqueando que Él pueda hacer su obra. Los antídotos frente a ellos: la disponibilidad y la confianza.
Tal vez
ponemos cortapisas a la acción de Dios por nuestras inseguridades y temores sin
embargo ni uno solo de esos “peros” es obstáculo para que Él siga amándonos.
Cuando
contamos con Él en nuestro equipo, como capitán y no como suplente en caso de
necesidad, las redes se rompen de tanto peso. Los frutos son consecuencia de la
gracia y no de nuestro esfuerzo, habilidades, conocimientos, conducta
intachable, capacidades… La clave: Confiar en su Amor y en su Palabra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario