A
estas alturas de la vida todavía no sé qué tiene la ceniza que atrae tanto a la
gente. Ayer “Miércoles de Ceniza” las iglesias llenas, y hoy otra vez los de
siempre. ¿Cómo puede ser que tiene más poder la ceniza, que Jesús vivo que se
nos da y entrega todos los días en el sacramento de la Eucaristía?.
Me
da mucha tristeza saber que hubo personas que salieron decepcionadas e incluso
que algunas buscaron otra iglesia para recibir la ceniza porque sintieron que
esa Eucaristía “no les había servido”. Me quedo con la cara de la religiosa
anciana que estaba sentada delante de mí. La observé cuando volvía a su sitio
cuidando entre sus manos el trozo de pan. Pude apreciar que había sintonizado
con el mensaje que nos transmitieron. Por la mascarilla no vi su sonrisa pero
sus ojos y facciones la delataban, estaba tan encantada como yo.
Confieso
que salí feliz, fue una Eucaristía preciosa de principio a fin. Nada de
tristezas, nada de caras largas, nada de penitencias, nada de un “dios” enojado
con su pueblo que exige sacrificios… El amor fue el foco en el que el sacerdote
centró toda la celebración y el verdadero sentido que tenemos que dar a la
cuaresma y a nuestra vida cristiana.
“Que
el pan de la caridad ilumine nuestra cuaresma… y nuestra vida”
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