miércoles, 30 de marzo de 2022

“¡AY LAS FORMAS!”

 

Me llama la atención y me preocupa que nos detengamos en las formas y no vayamos al fondo, que lo externo disminuya nuestra fe, que nos haga perder el tiempo en discusiones o batallas en las que nada cambia

Me sorprendió también el otro día un comentario de un feligrés tras salir de la celebración de la Eucaristía: “El cura no parecía ni cura”. Nos desenfocamos. Nos quedamos mirando los medios y se nos olvida lo esencial, nos perdemos lo más importante.

En ocasiones he escuchado los pros y contras de las iglesias con forma alargada o semicircular. Otro medio que si es causa de aumento o disminución de la fe es porque somos un poco miopes. Que si el altar queda muy arriba, que si el sacerdote está muy lejos, que mejor todos alrededor del altar… El otro día sucedió algo que me cuestionó. Entré en una iglesia con forma alargada. Estaba a oscuras, vacía… y pensé: “Pues a mí, si es por gustarme, prefiero las iglesias con forma semicircular porque siento que es más familiar, más recogidita… pero si tengo enfrente el altar y encima está más alto que yo, solo voy a tener ojos para lo que ahí esté pasando”. Cabal… al ratito se me confirmó. La eucaristía se celebró en la capilla, que es de forma semicircular, y pasó lo que tenía que pasar. Confieso que tengo un radar demasiado sensible a todo lo que acontece a mi alrededor, una mosca es capaz de atrapar mi atención y despistarme. Reconozco que es un don y lo agradezco pero soy consciente de que también me ha traído muchos problemas, y que en más de una ocasión me hace sufrir porque me doy cuenta hasta de lo que no debo. Pasé la eucaristía totalmente distraída: uno que se rasca la cabeza, otro que tose, a una que le suena el celular, a otra que se le cae una moneda, una señora que sale a media celebración y pasa por medio… buf… Y yo luchando por concentrar mi mirada en lo verdaderamente importante pero ¡Qué difícil!.

Conclusión: La solución no es cuál es la estructura mejor sino dónde me tengo que colocar para despistarme lo menos posible. Así que si algo externo de nuestra Iglesia no lo comparto: decoración, cantos, el corte de pelo del sacerdote, la ropa de los servidores, el incienso, la homilía, tradiciones… quizás tenga que cuestionarme por qué me resisto, o no acepto, o lo juzgo… y enfocarme no en cambiar lo de fuera sino mi forma de mirar y posicionarme ante esas realidades

2 comentarios:

  1. Muy bien, si voy a lo que voy, no debe importarme donde estoy. Las distracción nos atrapa a todos.

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  2. Ay Gloria!! A mi me pasa lo mismo. Me distraigo con todo y que trabajo centrarme. Gracias como siempre por tu mirada...

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