No
he leído sobre este tema pero a mi corto entender existe y, si padecemos de
ello, puede dañarnos y también a los otros. Es tan sutil y disfrazada que
podemos ni caer en la cuenta de que la sufrimos
Este
tema me lo inspiró una persona católica, con la que el otro día me tropecé por
la calle, que quiso evangelizarme a la vez que me insistía en la importancia de
evangelizar a otros. Seguí caminando pensando en este hecho, acompañada de una
sensación fea en mi interior, y me decía: “Definitivamente con sermones no
vamos a convencer y mucho menos convertir a nadie, lejos de atraer lo único que
lograremos será repelerles”. Y es que a la fe no se llega por imposición, por
lo que los otros nos cuenten, por ir a al templo… sino por experiencia personal
de encuentro con el Señor.
Habla
de soberbia espiritual: el creernos que “tenemos que salvar a los otros” porque
“pobrecitos” están perdidos y hay que evangelizarlos… el pensar que contamos
con más gracia de Dios que los otros, el ayudar a los otros desde el “yo
tengo”, “yo puedo”, “yo soy quien sé”,.. el juzgar a quienes no asisten a las
celebraciones de la iglesia o no participan en grupos o a quienes ya se
retiraron o a quienes están en otras religiones o en ninguna o… el creer que si
no lo hago yo, nadie lo va a hacer porque soy imprescindible… el “tengo que dar
testimonio”… el considerarme más que otros por el cargo que tengo en el grupo,
por lo comprometido que estoy, por el servicio que presto en la iglesia… el no
aceptar la corrección de otros en lo que hago, en cómo me relaciono, en mis
actitudes, en cómo vivo… el creer que todo depende de mi y Dios no puede hacer
nada… La lista continúa…
Preocupémonos
por buscar al Señor, conocerle… Cuando se produzca el encuentro y la
experiencia se terminarán los “tenemos que”, el egocentrismo, el creernos
protagonistas de la salvación, el… y la vida se convertirá en testimonio,
evangelio… sin necesidad de forzar, sin necesidad de palabras…
El esta dentro de nosotros...no pode nada solo que lo amen...pero sin condicionantes de nada ni nadie
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