Le
esperaban rodeado de riquezas, éxito, con poder… tal y como el mundo concibe
todas estas realidades. Y todo un Dios se vino a encarnar en un ser frágil,
débil, vulnerable, limitado… humano.
Se
abajó hasta pasar por uno de tantos, vivir como uno más, mezclarse con los más
pequeños, con los excluidos, con los olvidados. No hizo alarde de quién era, de
sus capacidades, de su sabiduría…
Ese
es el camino, Jesús es el camino, pero nos cuesta seguirlo porque eso de
abajarnos no es tan sencillo. La sociedad, los otros, o incluso nosotros mismos
tenemos otros planes y objetivos. Queremos destacar, quedar por encima de
otros, tener cada vez más, presumir de lo que hacemos o logramos, de nuestros
dones o cualidades… Y acabamos creyéndonos mejores que muchos, más dignos, más
merecedores de halagos y de que todo nos vaya bien.
¡Cómo
cuesta ser humilde!. ¡Cuánto por aprender!. Es el camino, no hay otro para
quien se diga ser seguidor de Jesús y quiera ir tras sus pasos. Callar muchas
veces, escoger lo que otros no quieren, hacer lo menos gustoso o llamativo, no
hablar bien de uno mismo y tampoco mal de los otros, no poner la mirada en
escalar puestos, ver en el otro a un hermano, perdonar, pedir perdón…
Si no
ponemos de nuestra parte por comenzar a andar, la vida nos sorprenderá con
acontecimientos en los que no nos quedará otra que claudicar reconociendo
nuestra incapacidad, nuestra pequeñez, nuestra necesidad… que todos somos
iguales, en polvo nos convertiremos.
Si “eso”
está pasando ahora en mi vida tal vez convenga que me cuestione sobre mi idea
de Dios, quién soy, quiénes son los demás, cómo es mi relación con los otros y
las cosas, qué lugar ocupo en esta sociedad y hacia donde quiero ir, qué puedo
aprender…
Se
abajó para poderse acercar y darse a nosotros. ¿Cómo lograremos encontrarlo si
continuamos buscándolo en las alturas?. ¿Por qué nos cuesta tanto ser y
relacionarnos desde nuestra condición frágil y limitada?. ¿Para qué tanto
esfuerzo en aparentar o conseguir lo que, lejos de acercarnos al agua que puede
calmar nuestra sed, nos separa de la verdadera fuente que nos da la vida plena?.
¿De qué sirve ganar el mundo entero si nos alejamos del Amor?.
Gracias Gloria
ResponderEliminarvivimos en el día a día haciendo de todo y entre tanto se nos olvida beber el agua y aunque tengamos sed bebemos solo a sorbos y se nos olvida que estamos sedientos de amor de Dios.
Que está semana el propósito sea bajarle el volumen un poquito a todo y empezar llevar nuestra vida hasta sentir que nos quedamos en el silencio y la humildad para encontrar el amor que el señor siempre nos da
Gracias Gloria muy brillante tu escrito
ResponderEliminarMe viene a la mente la Madre Sta Teresa
de Calcuta,durante cuántos años hizo
un gran trabajo de atención a los más pobres de los pobres,trabajo en silencio
y sacrificio,y en un zas Dios la pone
en el foco de los madios,hemos de vivir
nuestra fe y caridad de forma oculta
abandonados en Dios y me atrevería a decir que también ascéticamente,hasta que Dios en su insondable sabiduría
decida hacer algo,siempre en manos del Señor,siempre ocultos abandonados en Él
hasta que Él lo decida
Gracias