El
otro día alguien me hacía el siguiente comentario: “Cuando oro no sé qué
decir”. ¡Bendito sea Dios!. Porque en la oración las palabras lo que hacen es
entorpecer nuestro encuentro con el Señor. En la medida en que nos enredamos a
hablar y hablar, no hay cabida para que el Señor hable y actúe. Así que le
respondí diciendo: “En la oración lo importante no es lo que digo yo, sino lo
que tiene que decir Él… y lo que Él hace en mí”. Y puede que no escuche nada, e
incluso sienta que esa oración fue “sin gracia” y simple más no soy consciente
lo que obra en mí, el encuentro con el Señor, en lo más profundo de mi ser.
- Vaciemos nuestras oraciones de palabras y ruidos.
- Dejemos de controlar y permitamos que Él tome las riendas
- Abandonémonos a lo que tenga que ser
- Silenciemos nuestra casa para que podamos escucharle
- Acojamos lo que se nos regale aunque sea nada, o algo que no esperábamos
Excelente reflexion Gloria. Saludos desde El Salvador.
ResponderEliminarCuando estemos ante Él, solo amémoslo, el ya sabe lo que necesitamos.
Hermosa reflexión! Gracias por compartir. DIOS TE BENDIGA INMENSAMENTE SIEMPRE. Amén.
EliminarBuenos dias: siento el Amor de Dios hacia Mi y eso me hace verlo como mi Padre Misericordioso y expreso Bendito sea Dios con sus Angeles y Santos.Amen
ResponderEliminarOh, sí ! Qué bella y valiosa enseñanza ! Gracias infinitas por compartir tanta riqueza espiritual y ahora saber cómo orar, mejor que antes.
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