“Líbranos
del mal”… Así terminamos el Padrenuestro. ¿A qué mal hacemos referencia?
- Yo quiero que el Señor me libre del mal de la corrupción, de la avaricia, del egoísmo, de la comodidad y de la pereza, de la vanagloria, de llevar una vida incoherente con lo que predico, de no ser honesta, del orgullo, de la soberbia, de la prepotencia, del engreimiento, de la búsqueda de placer, éxito, fama….
- Quiero que el Señor me libre de creerme juez de los otros o mejor que los demás, de cargar a los demás con pesadas cargas, de desear tener más, de acaparar, de hacer daño a otros, de una vida auto centrada, de la envidia, de la despreocupación por los más desfavorecidos, de hacer mi voluntad y no la suya…
- Quiero que el Señor me libre de…
Y
es que, a mí personalmente, me dan más terror estos males que el mismo
coronavirus que está ya por llegar en cualquier momento.
Me
da más dolor enredarme en cualquiera de los males enumerados, que el hecho de
enfermarme e incluso morir.
¿De
qué me sirve la vida si soy esclava del mal?
¿De
qué me sirve la vida si estoy lejos del Amor?
¿Todavía
vas a suplicar en tus peticiones que te libre del coronavirus? ¿Acaso no hay
otras “cosas” que te están haciendo más daño en tu vida y que te cuesta dejar
ir?
Que
el Señor nos libre de todo aquello que nos separa de Él. Amén
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