La pandemia que amenaza nuestra existencia nos
pone cara a cara con nuestra limitación, con la muerte. Es un buen momento para
preguntarnos sobre nuestra forma de vivir, actitudes, actividades, prioridades…
Es toda una oportunidad para preguntarnos por el sentido de nuestra vida.
Dentro de días, semanas o tal vez meses solo quede el recuerdo de nosotros en
algunos corazones. Todavía estamos a tiempo de preguntarnos ¿Qué es lo que
realmente merece la pena? Solo hay una respuesta: El amor y el servicio. El
amor manifestado y expresado en obras. Encontrar el camino para hacer realidad
lo vivido en la Última Cena. No esperemos a mañana, tal vez sea muy tarde.
Comencemos hoy desde la realidad en la que cada uno está inserto.
Jesús ya nos indicó el camino con su vida. ¿Le
hemos considerado nuestro Maestro o hemos dirigido nuestra existencia
respondiendo a otros maestros: consume, acumula, busca el éxito, preocúpate por
tu imagen, colecciona títulos, busca tu propio bienestar, disfruta de la vida…?
“Aprendan de mí que
soy sencillo y humilde de corazón”
(Mateo 11, 29)
“Como el Padre me
amó, así también los he amado yo: permanezcan en mi amor”
(Juan 15, 9)
“Si yo, el Maestro y
Señor, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies unos a
otros” (Juan 13, 13-14)
“Hagan esto en
memoria mía” (Lucas 22, 19)
…
Qué necesario conocerte para poder amarte. Y para
conocerte es necesario estar contigo, compartir tiempo, escucharte, mirarte y
dejarnos mirar por ti… ¿Cómo te vamos a conocer si escuchamos de ti de vez en
cuando? ¿Cómo te vamos a conocer si no pasamos de verte como un personaje
histórico? ¿Cómo nos van a interpelar tus actitudes, sentimientos y acciones si
hay otras ofertas o invitaciones que nos seducen y atraen más?
Hablabas con gestos, con hechos… tus palabras no
eran huecas porque vivías de forma coherente con lo que predicabas y eso te
daba autoridad y te hacía creíble. Que nos atrevamos a acercarnos a ti, a
mirarte, a escucharte… Que aprendamos de ti para colaborar en la construcción
de tu Reino, amando y sirviendo para mayor gloria de Dios.
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