Leí el otro día un comentario de Javier Melloni SJ en el que
recordaba el inicio de la conversión de San Ignacio. Y es que todo comenzó con
una cuarentena. Una bala de cañón le destrozó una pierna en plena lucha contra
los franceses cuando estaban invadiendo España. Eso le llevó a quedarse en cama
durante meses. Él quiso alimentar su ego y sus sueños con libros de caballerías
pero su cuñada tan solo le pudo conseguir “La vida de Jesús” y “Vidas de
Santos”. Ignacio renegó en un principio pero como no tenía otra opción, tuvo
que caer rendido ante esos libros para ocuparse en algo. ¡Quién iba a decir que
ahí empezaría su conversión!. Se empezó a entusiasmar tanto con la lectura de
la vida de todos ellos que sus sueños de vanagloria, poder, éxito… se fueron
diluyendo hasta desear ser un caballero para Cristo
Seguramente nosotros no pensábamos vivir una cuarentena. La
de Ignacio duró meses. La nuestra seguramente también. Es triste que tenga que
suceder algo: accidente, enfermedad… y en este caso una pandemia para poder
parar. Ya han pasado unas semanas pero todavía estamos a tiempo de aprovechar
este tiempo. Podemos caer en la tentación como San Ignacio de querer alimentar
nuestros deseos más mundanos y buscar entretenimiento para que se nos haga más
llevadero (películas, juegos, redes sociales, dormir más de lo necesario,
radio, televisión…). Pero hay un peligro más sutil… recordemos que el mal
espíritu también se disfraza de ángel de luz presentando cosas que son buenas
pero no lo que nos conviene (podemos caer en la tentación de “tragarnos” todos
los videos que suenan a “santo”, o en la tentación de auto exigirnos
determinados rezos a horas precisas, o… cada uno sabe… es importante escucharse
y más aún reflexionar cómo y en qué estamos invirtiendo el tiempo). Cuidado con
la tentación “del hacer” y “del ruido” porque incluso ahora que tenemos todo el
tiempo a nuestra disposición podemos caer en el mismo afán que en la vida ordinaria.
Por muy santo que sea el ruido… no le permitimos hablar a Él en lo más profundo
de nuestro corazón
Esta cuarentena es una oportunidad si así la vivimos y
ponemos los medios. ¿Hacer o dejarle hacer? ¿Hablarle o escucharle?
¿Distraernos u ocuparnos en lo que nos ayuda a crecer? ¿Perder el tiempo o
aprovecharlo? ¿Seguir igual que siempre o convertirnos? ¿Permanecer dormidos o
despertar?... La decisión es nuestra
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